Estos versículos bíblicos nos recuerdan el verdadero sentido de la Navidad, y por qué debemos celebrar el nacimiento de Jesús es un milagro y un regalo de Dios para la humanidad.
Dios mismo les va a dar una señal: La joven está embarazada, y pronto tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel, es decir, “Dios con nosotros”.
Isaías 7:14 (TLA)
Pues nos ha nacido un niño, un hijo se nos ha dado; el gobierno descansará sobre sus hombros, y será llamado: Consejero Maravilloso, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Su gobierno y la paz nunca tendrán fin. Reinará con imparcialidad y justicia desde el trono de su antepasado David por toda la eternidad. ¡El ferviente compromiso del Señor de los Ejércitos Celestiales hará que esto suceda!
Isaías 9:6-7 (NTV)
Así fue como ocurrió el nacimiento de Jesús el Mesías: María, la mamá de Jesús, estaba comprometida para casarse con José. Antes de la boda, descubrió que estaba embarazada por el poder del Espíritu Santo. José, su futuro esposo, era un hombre recto y no quería que ella fuera avergonzada en público. Así que hizo planes en secreto para romper el compromiso de matrimonio. Pero mientras pensaba en esto, un ángel del Señor se le apareció en un sueño y le dijo:
“José, descendiente de David, no tengas miedo de casarte con María, porque el hijo que ella está esperando es por obra del Espíritu Santo. Ella tendrá un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Todo esto pasó para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “La virgen quedará embarazada y tendrá un hijo que será llamado Emanuel” (que significa ‘Dios con nosotros’). Cuando José despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado: se casó con María. Pero no tuvo relaciones sexuales con ella hasta después de que ella dio a luz un hijo. José le puso por nombre Jesús.
Mateo 1:18-25 (PDT)
Jesús nació en Belén de Judea cuando Herodes el Grande era rey de ese país. En esa época, unos sabios de un país del oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el niño que nació para ser el rey de los judíos? Vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo.” El rey Herodes y todos los habitantes de Jerusalén se pusieron muy nerviosos cuando oyeron hablar de esto. Entonces Herodes reunió a los sacerdotes principales y a los maestros de la Ley, y les preguntó:
—¿Dónde tiene que nacer el Mesías?
Ellos le dijeron:—En Belén de Judea, porque así lo anunció el profeta cuando escribió: “Tú, Belén, eres importante entre los pueblos de Judá. De ti nacerá un príncipe, que guiará a mi pueblo Israel.”
Herodes mandó llamar en secreto a los sabios y averiguó cuándo había aparecido la estrella. Luego les dijo: “Vayan a Belén y averigüen todo lo que puedan acerca del niño. Cuando lo encuentren, avísenme. Yo también quiero ir a adorarlo.” Después de escuchar al rey, los sabios salieron hacia Belén. Delante de ellos iba la misma estrella que habían visto en su país. Finalmente, la estrella se detuvo sobre la casa donde estaba el niño. ¡Qué felices se pusieron los sabios al ver la estrella! Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y se arrodillaron para adorarlo. Abrieron los cofres que llevaban y le regalaron al niño oro, incienso y mirra. Dios les avisó a los sabios, en un sueño, que no volvieran al palacio de Herodes. Ellos, entonces, regresaron a su país por otro camino.
Mateo 2:1-12 (TLA)
Por aquellos días Augusto César decretó que se levantara un censo en todo el imperio romano. (Este primer censo se efectuó cuando Cirenio gobernaba en Siria.) Así que iban todos a inscribirse, cada cual a su propio pueblo. También José, que era descendiente del rey David, subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a Judea. Fue a Belén, la ciudad de David, para inscribirse junto con María su esposa. Ella se encontraba encinta y, mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo. Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.
En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. Pero el ángel les dijo: “No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.”Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: “Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer.” Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho.
Lucas 2:1-20 (NBD)
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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