Cuentan que un día dos amigos conversaban y uno de ellos le dijo al otro que no creía que lo que la Biblia decía fuera cierto ya que él había pedido y no había recibido nada como dice el evangelio de Juan.

El otro, le aseguró que todo era cierto y que Dios nos da  sólo cosas buenas, como un buen Padre.

– ÂżQuieres decir que lo que yo he pedido no era bueno? RespondiĂł ofendido el primero. PedĂ­ aprobar un examen para obtener un puesto en una empresa europea para mejorar mi vida y la de mi familia, ÂżTe parece que eso fue malo?

– No lo sĂ©, pero estoy seguro  de que si Dios no te lo ha dado es porque no era bueno.

Cuando ya estaban con los ånimos exacerbados entró la esposa del primer hombre con un niño de un año en los brazos. Como ella tenía que salir dejó al pequeño con su papå y le entregó la papilla para el niño y el frasco de remedios de su esposo con el fin de que éste no olvidara sus medicamentos. Le dio un beso y se fue.

No pasó mucho tiempo hasta que el hombre empezara a cumplir el encargo de su esposa pero el pequeño quería el frasco de medicinas, no la papilla y por mås que el niño lloraba y hacía berrinche el hombre no se lo dio.

 – Tu hijo debe creer que eres un mal padre, te estĂĄ pidiendo ese frasco de medicinas y tĂș te empeñas en darle la papilla – dijo el amigo.

– ÂżQuieres, que mate a mi hijo?,  ÂżSabe un niño tan pequeño lo que es mejor para Ă©l? Yo le doy lo que le conviene porque nadie lo ama mĂĄs que yo.

– Entonces, respondiĂł el amigo, ÂżtĂș sĂ­ sabes lo que conviene a tu hijo pero Dios no sabe lo que te conviene a ti?

Muchas veces  nos enojamos porque no recibimos lo que pedimos o porque la respuesta de Dios demora, pero Él, que es soberano, ve mucho más allá de lo que nosotros podemos ver y nos da aquello que es mejor para nosotros.

“No lo han hecho antes. Pidan en mi nombre y recibirán y tendrán alegría en abundancia.” Juan 16:24

La negativa de Dios a darnos algo serå lo mejor que nos puede suceder, aunque no lo comprendamos. Es igual que el niño de la historia, él no sabía qué sucedería si llegaba a tomar una de esas pastillas. Seguramente los colores o el sonido del frasco lo atraían pero no podía ni imaginar las consecuencias de ingerir su contenido.

“Porque yo sĂ© los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice JehovĂĄ, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperĂĄis”. JeremĂ­as 29:11

Pídele a Dios lo que anhelas pero sobretodo, confía en Dios porque nadie te ama más que Él.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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