Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él
(Jean Paul Sartre)
Leí recientemente esta frase comentada en un matutino nacional. Creo que hoy Sartre habría tenido que buscar una palabra más correcta políticamente. Tal vez, “persona”.
Me interesan dos aspectos. El primero es que efectivamente somos el resultado de lo que nos enseñaron en la familia, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en la iglesia. El otro es que ninguna historia, por más pesada que sea, es irreversible o inevitable. En algún momento es posible que podamos cambiarla.
La tendencia de la mayoría de las personas es seguir el modelo que les fue impuesto. Por comodidad, por no percibir otras opciones o porque el medio es opresivo. Va a ser preciso una experiencia dramática, una suerte de iluminación, alguien que nos muestre y nos abra un camino nuevo para lograr ese cambio. Debe ser un anhelo profundo, una disposición a enfrentar la crítica, el rechazo, el desapego. Algo menos que eso no inspiraría, creo, un acto supremo.
Siguiendo el razonamiento de Sartre, los mismos componentes que nos formaron pueden ser usados para hacer algo distinto. Hay que reexaminarlos, darles otra mirada, hacer una crítica profunda y honesta. Salirse de la baldosa y aprender a bailar en la oscuridad.
Por cierto es un proceso doloroso. Hay cosas que amamos. Hay cosas que nos resulta fácil hacer porque ya estamos acostumbrados y por lo mismo son sencillas de ejecutar. Lo otro requiere desdoblarse, desgajarse, desarraigarse. Quitar una a una las pieles que dieron forma a nuestro ser actual.
¿Por qué hacerlo? ¿Por qué no dejar que las cosas sean como son? Porque tenemos, como ninguna otra cosa en la creación, la opción de la libertad, la posibilidad de la autodeterminación.
La libertad no es gratuita. Siempre tiene un costo. Y es considerada peligrosa para la estabilidad de los sistemas humanos: políticos, económicos, religiosos, culturales. La persona libre puede escapar al control, a la manipulación, al arbitrio de una minoría dominante.
Quizá lo más peligroso de una persona libre es que puede inspirar a otros a seguirle el ejemplo. Por eso los dirigentes del sistema consideran absolutamente necesario neutralizarla a cualquier costo. Y en ello, como ya hemos afirmado aquí antes, las instituciones se han provisto de sutiles y efectivos medios de disuasión, algunos de los cuales no sería posible, ni conveniente, nombrar aquí.