¿Cuántas veces has escuchado esta frase, seguida de una patética explicación de como lo externo o terceras personas son el factor que generan desconfianza a una persona con la cual estás involucrada sentimentalmente? También la he escuchado de la boca de padres hacia sus hijos cuando no saben como explicarles la razón o motivo por el cual no desean que hagan algo o vayan a algún sitio o de que se rodeen con ciertas amistades.
Vamos a estar claros, eso de confiar se le da muy fácilmente a muchos, lo cual es admirable pero para otros se les dificulta de gran manera por varias razones. Ya sea porque han sido defraudados muchas veces por personas cercanas y queridas, o porque son incrédulos de la fidelidad o lealtad humana, piensan mal de la otra persona y esperan siempre lo peor de los demás.
¿Qué le queda a los que desconfían hasta de su propia sombra? Creo que hacerse los locos, porque se vive en constante tensión dado que a diario la confianza se pone a prueba en diferentes escenarios, como al subirse al bus para ir al trabajo o a la universidad, estas confiando en que el conductor del bus conduzca bien y no choque con nada y así llegar a tu destino sano y salvo. Al subirte a un ascensor, estás confiando en que las guayas que lo sostienen están en buen estado y que la cuenta de electricidad ha sido pagada a tiempo para no quedarte encerrado. ¿Me vas agarrando la idea?
Ahora confiar en cuestiones que involucran al corazón, emociones y sentimientos es un ámbito completamente diferente y más complejo. En una pareja yo lo describo como una caída libre por un barranco o un precipicio, porque no conoces nada o conoces muy poco de la persona, lo que te cuenta es subjetivo y no hay nadie que te lo confirme o que te diga la verdad y de paso le abres un espacio en tu corazón y en tu vida, entonces es como caer por un precipicio esperando que la otra persona sea lo que dice ser para que así el golpe no sea tan duro y digo “que no sea tan duro” porque de seguro hay algo escondido o algo que no es 100% cierto del todo y quizás duela.
¿Pero es más difícil para el que no confía o para el que no es confiado?
No estoy ni justificando ni hundiendo al que tiene problemas de confianza. Entiendo que por varias razones no confíes en la gente, pero quiero que tengas una razón verdadera para desconfiar de esa persona a la que estas conociendo o a la que ya conoces bien y no te ha fallado hasta la fecha. Pienso que no es valido decir: “confío en ti pero no en tus amigas o en tus compañeros de trabajo o en tu jefe o en la población de una ciudad”. Tiene que haber un motivo real y de fuerza mayor.
Me pongo a pensar y se me ocurre que ¿quizás el desconfiado está proyectando su propio comportamiento? ¿Quizás el desconfiado es la persona que se porta mal, que no valora la confianza de otros y que no dice la verdad? – Puedo estar equivocada pero ¿qué generaría tanta paranoia y desconfianza?
Queda a criterio de cada uno aceptar o no aceptar este tipo de conductas cuando se es totalmente inocente, queda a criterio de cada uno también en devolver el mismo trato o poner ciegamente la confianza en esta persona que confía cero en ti. Ten presente que esa aparente “confianza rota” requiere muchísimo esfuerzo y tiempo consolidarla, si estés dispuesto a tomar este reto, adelante y escríbeme cuando lo hayas logrado.