Leo por ahí que ochenta y cinco personas poseen una riqueza igual a todo el dinero que tiene el 50% más pobre del mundo. Cita el artículo que si la más rica de esas personas decidiera gastar su fortuna a razón de un millón de dólares por día necesitaría al menos 220 años para quedarse sin un centavo. En el mundo que conocemos lo que seguramente va a pasar es que aquel señor, en lo que le quede de vida, multiplicará aún más su dinero y luego lo heredará a su familia, la cual se encargará de acrecentarla o malgastarla de un modo extravagante.
La gente tiene la inveterada costumbre de pensar que nunca hubo tiempos tan malos como éstos. Los que apuestan a los finales apocalípticos repiten ad nauseam que esto no es sino una señal de los últimos tiempos. Pero una mirada sobria y perceptiva de la historia humana prueba que no hay nada nuevo bajo el sol. Hay ciertos hechos que son propios de esta época como la desigual superpoblación del planeta o la tecnología; pero respecto de la naturaleza de las cosas, todo es igual. En materia de riqueza siempre ha habido fortunas inmensurables que se despliegan lejos, al lado o por encima de la más abominable pobreza.
Algunos exégetas quieren iluminarnos insistiendo que Jesús dijo que siempre tendríamos a los pobres entre nosotros, pero confunden designio con efecto. Siempre habrá pobres, pero ningún análisis honesto del texto nos permite concluir que ese era Su deseo. La cruda realidad es que los pobres no son bienaventurados, al menos en este mundo. No hay felicidad alguna en la pobreza y la opresión que más de la mitad del mundo experimenta por causa de quienes todo lo quieren y nada – o miserablemente poco – dan.
Las perspectivas son sombrías. Si la historia sigue fiel a los registros que tenemos de ella, nada va a cambiar. Para que el 20% más rico del mundo siga teniendo la riqueza que tiene es imprescindible que el 80% restante pague la factura. Esto no es retórico: miles de millones de personas viven y mueren en condiciones de innombrable angustia para seguir bombeando miles de millones de dólares a las fortunas más grandes del mundo.
Aunque a veces la historia nos sorprende con relatos de gente que se esfuerza y actúa para revertir, en parte al menos, el flujo de la realidad…