Porque de tal manera amó…
(Juan 3:16)
Me quedé prendido a ese de tal manera y no pude más. ¿Amar de tal manera de dar la propia vida? Me parece que no. El amor es mucho.
Mucho y más allá de nuestros torpes balbuceos románticos, de nuestras intensas pasiones temporales, de nuestro egoísmo difícilmente curable – para no decir incurable. Nunca amé de esa manera y nunca vi a nadie que lo hiciera, al menos según mi entendimiento.
Uno tiene su corazoncito también, pues. Tengo derecho a ser feliz. Te quiero. Te necesito. Me haces falta. No puedo vivir sin ti. Mía o de nadie. “Te di mi sangre, mis sentidos, mis caricias y tú todo lo tomaste… y me anulaste” (Sandro).
Y así sucesivamente. Siempre nosotros a la espera de algo. Siempre el otro ser esperando algo de nosotros.
¿Y si el amor del que habla Juan sólo es posible en la esfera de Dios? ¿Si acá abajo, bien abajo, todo eso nos queda insanablemente grande? ¿Y que eso de ejemplo os he dado para que sigáis mis pisadas no es más que un noble y elevado deseo del buen Señor pero que no halla correlato alguno con nuestra patente humanidad?
Quizá la alternativa sea nada más resignarse a vivir con esas pulsiones, con esos sentimientos, con esas vibraciones esporádicas que llamamos amor (para seguir en Juan, una antorcha que ardía y alumbraba y vosotros quisisteis regocijaros un poco a su luz, aunque esas palabras fueron dichas para algo completamente distinto del asunto que nos ocupa). Pero es interesante lo que dice de Juan el Bautista: él no era la luz sino testigo de la luz. Así, el amor en que nos movemos no es el amor sino una sombra, un reflejo impreciso y vago del verdadero Amor.
En fin, éstas no son más que disquisiciones sobre un asunto que dejó de interesarme hace una buena cantidad de años – con sus inevitables consecuencias, seguro – y que traigo a colación aquí por una razón bastante poco importante: anoche tuve un sueño medio raro, bastante enredado como casi todos los sueños y me veía expresando estas palabras: “¡El amor es mucho!” En el mismo momento entendí que no me refería a que era mucho en cantidad y que eso me asombrara sino al contrario, que era demasiado como para asumirlo.
Un tema para entretener un rato el fin de semana…