Desde que me enteré que tenía cáncer hasta ahora, que transito el efecto de una cirugía mayor y una incipiente quimioterapia, tengo cuatro preguntas para el discurso religioso predominante.
Puede parecer a la audiencia que las hago para molestar. No es así. Son honestas, así que solicito el beneficio de la paciencia para examinarlas.
Se ha dicho mucho y desde antiguo que toda la realidad obedece al desarrollo soberano de un plan cósmico diseñado por Dios. Así que cabe la pregunta, amigas y amigos: ¿Es mi cáncer plan de Dios?
Una sub-pregunta aquí es por qué en el discurso religioso le dicen a uno que estas cosas pasan para bien. Al menos, a los que aman a Dios. Pero eso no resuelve el tema de cuál es la causa.
¿Es designio soberano de Dios todo el bien y todo el mal que hay en el mundo? Porque aquí los expertos en la Palabra tienen menudo trabajo: ¿Cómo justificar a Dios por la presencia del mal? ¿Aparece fuera del plan de Dios? ¿Entonces cuán soberano es Su plan?
Conocemos, también desde antiguo, declaraciones de que caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra más a ti no llegará. O que el que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Estos y muchos otros pasajes parecerían sugerir que los creyentes vivirían dentro de una burbuja a prueba del dolor.
Pero la realidad no se muestra así. El discurso religioso sobre la inmunidad de los creyentes no ofrece respuesta, al menos desde esta perspectiva.
Esta es, posiblemente, una de las propuestas más insidiosas que ofrece el discurso religioso. Tiene como propósito, al modo de los amigos de Job, “justificar” a Dios. “Algo debe haber hecho”, pensaban sus amigos.
Insidioso quiere decir que cierta declaración contiene un engaño oculto o disimulado. No sugiero que haya esa intención premeditada en el hablante. Creo que es más bien inadvertido.
El problema es que hay gente buena de toda edad que sufre y difícilmente uno podría argumentar que están pagando algún pecado por su sufrimiento. A mayor abundamiento, hay gente muy mala que goza de muy buena salud.
El discurso religioso nos quedaría debiendo alguna explicación. Es decir, se ha explicado largamente pero, hasta ahora, no creo que su argumento sea validado por la realidad.
¿Y si la vida es así no más? Es lo que creo. No tenemos una garantía explícita de inmunidad. Y eso no hace a Dios injusto o inconsistente con Sus palabras.
Lo que sabemos es que Él no hace acepción de personas. No tiene favoritos. Somos habitantes de la realidad tal cual es. ¿No deberíamos vivir en paz con eso, sabiendo que Él siempre nos acompaña y nos consuela?
Preguntas que uno le hace al discurso religioso en presencia del cáncer.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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