Dios tiene un plan maravilloso para tu vida, le dice en un momento a su compañera de asiento el entusiasta joven que le predica en el avión. Nunca sabremos si al final del viaje aquella sorprendida pasajera habrá hecho una decisión por Cristo según el manual de los creyentes sobre el evangelismo personal.
Hay muchas líneas de reflexión y de análisis crítico sobre el modelo predominante de compartir a Jesús. Me hago cargo – a medias no más – de lo incorrecto que es hacerlo, porque si hay una crítica válida que se puede hacer a los cristianos es su incapacidad para la autocrítica.
Quisiera detenerme, en el breve espacio que nos permite esta columna, en la noción de Dios tiene un plan. No se encuentra esta frase en los 31.104 versículos que tiene la Biblia. El par de veces que aparece a palabra plan, nunca alude a Dios; sí hay alusiones a cuáles sean los propósitos, los deseos, los sueños, los anhelos que tiene acerca de sus hijas e hijos. Pero no hay una sola línea que hable de un plan. “Plan” es una palabra moderna, creada por occidente, una civilización dominada por el utilitarismo, la razón práctica y la secuencia lineal de causa y efecto. Nótese que la palabra plan es incorporada en versiones contemporáneas y paráfrasis de la Biblia pero no existe en las versiones originales.
Es imposible saber certeramente, por el solo hecho de que Dios es el absolutamente Otro infinito, que tiene un plan matemáticamente diseñado para una persona. Uno podría, si quiere, suponerlo; pero afirmarlo con tanta certeza es bastante presuntuoso. Creo que es más humilde decir: “Dios tiene buenos propósitos para tu vida, buenos pensamientos, quiere lo mejor para ti.” Cualquier afirmación sobre un plan matemático no es más que una especulación, por supuesto agradable a los oídos y compatible con el programa educativo evangélico.
Y todo esto sin decir la presión que se coloca sobre la gente cuando se le instila la idea del plan para su vida. ¿Cuál será, precisamente? ¿Coincide con los anhelos o los sueños que yo tengo? ¿Y qué pasa si hago una decisión que esté reñida o no corresponda al plan? ¿Qué me pasará si no cumplo el plan?
Y tal vez sea mejor no comentar eso que suele decir la gente: “Todo fue plan de Dios”, para explicar tragedias o situaciones dolorosas en su vida.
(Este artículo fue especialmente escrito para la radio cristiana CVCLAVOZ)