“¿Quiénes son ellos?”, preguntó el extranjero al guía cuando vio a un grupo de personas predicando al aire libre. “Son del pueblo del Libro”, respondió el guía.
Esto ocurrió hace unos cincuenta años cuando en mi país los evangélicos eran una fuerza creciente y laboriosa. Los llamaban así por la costumbre que tenían de llevar consigo un libro de tapas negras y cantos rojos – la Biblia. Se vestían pulcramente y eran encontrados casi todas las tardes en alguna esquina predicando y repartiendo “tratados”. Nací y crecí entre ellos. Y con la perspectiva que me dan los años y la pertenencia me parece que puedo hacer, con responsabilidad, algunas precisiones necesarias.
La gente que los observaba pensaba que era un pueblo que leía y entendía ese Libro. Pero debo decir que no era tan así.
Haciendo la salvedad de las siempre honrosas – y pocas – excepciones, el pueblo del Libro no leía ni lee el Libro en la forma que debe ser leído.
Sí, sé que he escrito acerca de esto muchas veces aquí. Pero por una feliz razón estos artículos han comenzado a aparecer en forma destacada en este sitio lo cual permite que sean leídos por más personas que las que suelen leer mis notas de opinión. Y quisiera extender estas ideas hacia esa posible nueva audiencia.
Efectivamente, el más alto porcentaje – que supera el 90% de los creyentes – nunca ha leído la Biblia en la forma natural, es decir desde Génesis 1 hasta Apocalipsis 22, sin saltarse capítulos ni libros. De esta realidad comprobada se derivan varias cuestiones, que trataré de exponer en éste y tal vez otros artículos.
La primera y la más dramática de todas es que una generación – o varias en realidad – que anuncia fervientemente que la Biblia es la palabra de Dios y que toda ella es inspirada divinamente no le otorga el absoluto, necesario y debido honor de leerla toda. Lo que esto comunica, aunque no pretendan comunicarlo, es que no la valoran tanto como palabra de Dios; me parece que la mayoría cree que lejos lo primero y principal es ocuparse de las cosas de la iglesia lo cual es extremadamente curioso por esto: Aquel que explica el origen, el sentido, la misión y el destino de la iglesia hizo escribir un libro entero sobre eso y muchas cosas más. ¿No les parece que habría leerlo todo?
Más sobre esto en los siguientes artículos…. Tal vez.