Estaba hoy conversando con un compañero de trabajo, acerca de lo fácil que se nos hace a veces caer en clichés, y lo terrible que pueden sonar esos clichés para las personas a las que se los decimos.
Es muy común que cuando alguien pierde a un ser querido, les digamos: “Dios te dé consuelo” o “Cuando Dios decide llevarse a alguien, nos tenemos que conformar” o tal vez les digamos: “Está en un mejor lugar ahora y ya no sufre”. Y aunque muchas de esas afirmaciones las digamos con mucho amor y muchas sean ciertas, no les brindan consuelo. Cuando esas cosas ocurren, tenemos que entender que muchos se sienten incluso defraudados por Dios porque… no escuchó sus oraciones o porque sencillamente sienten mucho dolor de saber que no van a ver más a esa persona que murió.
Debemos ser un poco más delicados a la hora de hablarle a alguien intentando dar consuelo o ánimo ante las diferentes batallas que afrontamos en la vida.
Es muy común también escuchar que cuando alguien está en una situación económica muy difícil, alguien le diga: “no te angusties, Dios proveerá”. Hay que ponerse en el lugar de la persona. Es difícil pensar que hay que darle la cara a quien le tienes que pagar una deuda y no tienes el dinero para cubrir la cuota. Evidentemente que quienes hemos recibido a Jesús y hemos estudiado la Biblia, tenemos una paz que nos da el saber que Dios nos va a proveer… pero entonces comencemos por contarles por qué nosotros no nos angustiamos tanto y tal vez podemos hablarles acerca de lo negativo que es para la salud la angustia y el estrés. Contarles que abriendo su corazón a Jesús, Él les puede dar esa paz y una diferente actitud ante las adversidades que se puedan presentar. Pero no caigamos en los clichés ni pretendamos que todo el mundo entienda lo que a nosotros nos ha costado años entender. Y dejemos claro que recibir a Jesús, hacerse cristianos no es algo que les va a solucionar todos los problemas, ni significa que ya no tendrán que enfrentar dificultades. Dejemos muy claro que simplemente Dios les irá moldeando a tener una actitud diferente ante esos problemas y dificultades.
Otra de las cosas que pido que no repitan sin pensarlo es: “Dios está en control”. Nosotros lo podemos entender, pero si lo decimos a alguien que no ha recibido al Señor, que no se congrega y que no ha abierto nunca una Biblia, de inmediato nos van a preguntar: ¿Y si está en control, por qué pasan las cosas horribles que están pasando en el mundo? Querer poner sobre la mesa un conocimiento que a nosotros mismos nos ha costado entender puede caer muy pesado. Tengamos mucha delicadeza al expresarnos, pensemos muy bien cómo puede recibir la persona a la que le vamos a hablar, lo que le vamos a decir.
Recordemos esta porción de escritura: Efesios 4:15
“En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia”.
Este artículo fue producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.