Para alcanzar a la próxima generación, tenemos que crear programación que reconozca que tenemos que aceptar el misterio de la vida, darnos cuenta que no siempre es justa y que no tenemos todas las respuestas. Esta inquietante pero certera declaración aparece en el libro “The Last TVEvangelist” (El último televangelista) de Phil Cooke. Phil ha enseñado en las Jornadas de Capacitación de CVCLAVOZ y he conocido su pensamiento sobre los medios cristianos de comunicación.
Hace más años de los que quisiera admitir he estado hablando y escribiendo sobre este aspecto de la realidad, advirtiendo a los comunicadores de estos medios que, a menos que entiendan que el mundo no es lo que parece a sus ojos, su mensaje será largamente ignorado por la gente a la que desean tocar e influir con su mensaje.
Hasta hoy todos los grandes proyectos de alcanzar el mundo nunca han logrado captar una audiencia que supere el 20% de la cultura y, en algunos casos dramáticos, mucho menos que eso. Debe admitirse por ejemplo que particularmente en el mundo occidental ese veinte por ciento alcanzado está compuesto en su gran mayoría por personas que ya practican la fe cristiana.
Hay diversas razones que dan cuenta de este exiguo logro; un estudio más en profundidad requeriría un espacio mucho mayor que éste. Pero la que se apunta en la cita de Phil Cooke es una de ellas. El mensaje típico de quienes desean persuadir a otros acerca de la fe cristiana no admite este misterio de la vida: para la mayoría de la gente la vida es injusta y así termina para ellos en este mundo. El mensaje cristiano siempre presupone todas las respuestas; asume el acento paternalista de quien lo sabe todo mejor y esa mirada simplista que resuelve la trama de canciones, mensajes hablados, películas y videos con un versículo o pensamiento final que envuelve en dulce todo y le quita realidad incluso a un buen argumento.
La vida es compleja y ajena. La verdad no es algo que la gente anda buscando como verdad; no se despierta a la mañana preguntándose qué debe hacer para ser salvo. Hay otras intrigantes y complejas cuestiones que ocupan su mente. Hay un amplio porcentaje de la población del mundo que, pese al dolor y al drama que rodea su existencia, no creen que un mensaje dulzón y bien empaquetado sea algo hacia donde orientar su ya complicada existencia.
Es hora de repensar el contenido y el modo de decir la verdad de las cosas.