¿Qué te duele realmente después de que la rabia y el rencor bajan sus niveles de intensidad? Después de que han pasado días, semanas y meses sin recibir una señal de vida de ese ser al que solías compartirle todo 24 horas al día los 7 días a la semana, a ¡ese ser que llegó a conocerte mejor que tu propia madre y al que le confiabas hasta los secretos de tus amistades!
Por razones de la vida, del destino y de Dios mismo, todo vino a su fin dramáticamente, o, quizás tu fuiste el “emprendedor” de la idea de separación y aislamiento, de tomarse un tiempo para pensar y recapacitar… Ahora parece que ese tiempo siguió de largo o como que ambos se lo tomaron bien en serio.
Muchas personas no lo entienden ni lo aceptan pero en muchos casos al “emprendedor” también le duele y le es difícil acabar con la relación, es un doble dolor porque se siente el dolor de uno y el que va a sentir la otra persona. Ver a la persona triste, miserable y sin ganas de nada es desgarrador. Así que piensa un poco más antes de juzgar, difamar y apedrear.
Llega un momento en que te dedicas exclusivamente a revivir y estudiar cada momento que llevó a la ruptura, practicas diálogos de cada pelea o discusión… “si hubiese dicho esto, si hubiese dicho aquello… ¿Y si me hubiese quedado en silencio? Ya los insultos, la falta de respeto, la frialdad de las palabras y las acciones te resbalan, no sientes nada, ni frío ni calor.
Con el pasar de los días, continuas descartando cosas que te hicieron hervir la sangre hasta que llegas al centro de la cuestión que te ha estado doliendo tanto por todo este tiempo de distancia y silencio. Ya no te duele que te haya hecho enfurecer con una actitud obsesiva y controladora, ahora te duele que ya no te controla, no te busca, no te llama, no te escribe, no te manda ni saludos con las amistades que tienen en común; nada, cero, pero detente un momento y piensa ¿es esta una razón real para estar dolido?
Bueno esta bien, sé que quieres sentirte importante y especial para la otra persona y que manera más brusca y “eficaz” que poniéndole un ultimátum o terminando todo. Lamentablemente, te duele vivir y ver que no trata de reconciliarse contigo, te duele que no te ruega, ni te suplica que te quedes y que lo intenten de nuevo… Discúlpame, pero eso suena un poco inmaduro y arrogante. Otra vez te pregunto, ¿es esto un motivo serio para estar dolido?
No te estoy acusando de arrogante ni de inmaduro, solo quiero que lo veamos en otra perspectiva porque hay algo bueno en todo esto. La buena noticia es que si contestaste NO a las dos preguntas anteriores significa que los motivos y razones por los cuales has estado triste y llorando cada cinco minutos no son verdaderos y que te sumergiste en esa infinita tristeza tu mismo de la cual tu te tienes que sacar a flote lo más pronto posible.
Date cuenta que al final no te convenía dar y dedicar más años y/o toda una vida a esa persona. Agradezcamos a Dios por librarnos de esa pesada carga y esperemos pacientes lo que Él nos tiene preparado que seguramente ya viene en camino.