“Si el café tarde te produce insomnio, si ingerir algunos líquidos te hacen ir directo al baño, si te parece que todo está muy caro, si te alteran los gritos de los niños jugando o de la música a todo volumen, si la comida picante te irrita, si la televisión te adormece, si en todas partes te dicen “señor” y a donde vayas prefieres los zapatos cómodos y llevas un suéter por si acaso”, dice entre otras cosas un mensaje que me enviaron, “es que sufres de sejuela: se jue la juventud…” Había otras situaciones descritas; las que les transcribo aquí definitivamente me reflejan.
Como todos suelo recibir mensajes así. La mayoría sólo ocupa mi cabeza el momento en que los leo; otros me hacen pensar algo. Este capturó mi interés porque, de un modo más gracioso que el que he usado para transcribirlo, se refieren a un tema del que me he ocupado antes aquí.
Lo he hecho con un tono sombrío demás a veces. Pero la verdad es que tiene su lado simpático. Por ejemplo, la sutil pérdida de la memoria reciente y la distracción. Encuentro a una joven madre en la tienda a la que fui a comprar unos pantalones. Nos quedamos mirando y estoy seguro que ella me reconoce, sabe mi nombre, sabe que soy de otro país y que he sido cliente por años de la tienda donde trabajaba. Pero mi cabeza no registra nada más que una vaga memoria de algo que posiblemente se ve en sus ojos o en la expresión de su cara. Así que la encaro y le digo directamente sé que nos conocemos pero no me acuerdo para nada de dónde ni cuándo. Las más de las veces las personas se ríen. Afortunadamente.
Salgo de la casa y al llegar a la calle del edificio donde vivo, no puedo registrar el momento en que cerré la puerta con llave. No me atrevo a seguir. Regreso y me aseguro que esté cerrada. Así que ahora, al salir y cuando me acuerdo, hago algún gesto o movimiento que me haga recordar que sí lo hice.
Hemos estado conversando de varias cosas en la oficina o en la casa de mis amigos; de pronto le pregunto a alguien algo como “Y qué pasó con tal cosa…?” Me miran con cara de extrañeza y me dicen: “¡De eso es lo que hemos estado hablando los últimos diez minutos!”