Por eso debemos aprender a amonestar bíblicamente, porque solo en la Palabra de Dios podemos encontrar la sabiduría que necesitamos para llamar la atención de manera adecuada.
En el Nuevo Testamento encontramos que la amonestación es un acto que se hace por amor:
Les pedimos, hermanos, que reprendan a los que no trabajan, animen a los que tengan miedo, ayuden a los débiles y tengan paciencia con todos.
1 Tesalonicenses 5:14 (PDT)
Esto quiere decir que no debemos evitar la reprensión, sino hacerlo con el motivo correcto y con el amor de Dios.
A continuación se encuentran algunos consejos que sirven para amonestar bíblicamente a alguien, en base a algunos pasajes de las Escrituras que ofrecen luz sobre este tema.
En Romanos 15:14 encontramos que la bondad es un requisito esencial para corregir a alguien; además, se nos advierte que también debemos ser humildes:
Amados hermanos, si otro creyente está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma tentación.
Gálatas 6:1 (NTV)
Podemos creer que cuando amonestamos a alguien es porque tenemos más autoridad o capacidad para corregir; sin embargo, en la Biblia leemos que no podemos creernos superiores que los demás porque nosotros también estamos en riesgo de caer en el mismo error.
Por lo tanto, cuando nos toque corregir a alguien, debemos hacerlo con bondad y humildad, teniendo en cuenta que nosotros también somos pecadores y que, aún así, Dios nos ama a todos por igual.
El propósito de la amonestación no es humillar o ridiculizar a la persona, sino corregir y enseñar. Por esta razón, la Biblia aconseja que se haga en privado:
Si tu hermano hace algo malo, ve y habla a solas con él. Explícale cuál fue el mal que hizo. Si te hace caso, has recuperado a tu hermano.
Mateo 18:15 (PDT)
Si la persona en cuestión no hace caso, entonces es allí donde se toma otras medidas:
Pero si no te hace caso, ve otra vez a hablar con él, acompañado de una o dos personas más, para que ellos sean testigos de todo lo que se diga. Si él no les hace caso, díselo a la iglesia. Y si no hace caso a la iglesia, entonces debes tratarlo como a uno que no cree en Dios o como a un cobrador de impuestos.
Mateo 18:16-17 (PDT)
Tenemos que tener en cuenta que por más que la amonestación se haga frente a la iglesia, debe hacerse con bondad y humildad.
Tenemos que entender que el cambio, en ocasiones, no es inmediato. Cuando amonestamos a alguien, es probable que se resista a la corrección o incluso empeore su conducta. En esos casos, la Biblia aconseja que se tenga mucha paciencia.
Y un siervo del Señor no debe andar en peleas; al contrario, debe ser bueno con todos. Debe ser apto para enseñar; debe tener paciencia y corregir con corazón humilde a los rebeldes, esperando que Dios haga que se vuelvan a él y conozcan la verdad, a fin de que se despierten y escapen de la trampa en que el diablo los tiene presos para hacer de ellos lo que quiera.
2 Timoteo 2:24-26 (DHH)
Además, el pasaje anterior nos recuerda que no somos nosotros quienes cambiamos el corazón de las personas, sino Dios. Nosotros solo somos un vehículo para difundir la verdad; pero Dios es quien transforma el pensamiento y el corazón.
Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros.
Colosenses 3:13 (NTV)
Ante todo debemos recordar que nuestro deber no es juzgar ni señalar, porque si lo hacemos estamos usurpando el rol de Dios. En cambio, debemos actuar con el mismo amor con el que nuestro Señor nos trata; y también debemos perdonar a quienes nos hieren.
Podemos amonestar bíblicamente a alguien; pero debemos recordar que nuestro deber es tratar a otros con el amor de Dios, y también actuar de la misma manera como queremos que nos traten.
Reconózcanse, pues, mutuamente sus pecados y oren unos por otros. Así sanarán, ya que es muy poderosa la oración perseverante del justo.
Colosenses 3:13 (BLPH)
La mayoría de ocasiones, el mejor apoyo que podemos dar es mediante la oración. Podemos ayudar para que una persona corrija sus errores y vuelva al buen camino; pero solo Dios puede llegar allí a donde nosotros no podemos. Por eso es primordial que siempre oremos por cada persona que nos rodea.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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