“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Marcos 8:36 (RVR1960)

Una bella historia habla de dos hermanos que se dedicaban a cuidar a sus ovejas. Cuando su padre falleció el hermano mayor se hizo cargo del rebaño buscando beneficiarse con las ganancias que obtenía al esquilarlas, dejando la labor de cuidador a su hermano menor.

Un verano se le ocurrió a Gabriel, el hermano mayor, esquilar al rape a las pobres ovejas, los comerciantes le pagaron mejor pero curiosamente, con el pasar de los días estas fueron desapareciendo; el menor, que se llamaba Pedro le dijo a su hermano que no siguiera esquilando de esa manera pero Gabriel no hizo caso hasta que simplemente les quedaron 3 ovejas viejas.

Un día de mayo Gabriel alistó los cuchillos para esquilarlas y al verlo las ovejas escaparon a toda marcha. A los hermanos no les quedó más que buscar trabajo subiendo la montaña que se encontraba al frente de su casa.

En el camino escucharon música, se acercaron al sonido y divisaron a un pastor apacentando a un rebaño de mil ovejas. Inmediatamente Pedro se acercó para pedir trabajo, el anciano respondió que necesitaba un esquilador y Gabriel se ofreció.

El anciano llamó al rebaño… de lobos, asustado, Gabriel se escondió detrás del pastor que dijo, “si logran esquilar a estos lobos, serán suyos, sino ellos los perseguirán hasta donde vivan ustedes” Inmediatamente Pedro agarró las cuchillas y esquiló a los lobos uno por uno de forma apropiada, dejándoles un poco de pelo, cuando acabó el anciano le dijo: “este rebaño es tuyo, de ahora en adelante te harás cargo de ellos y tu hermano te ayudará a cuidarlos”. Aterrorizado por la idea Pedro iba a responder hasta que milagrosamente los lobos se convirtieron en ovejas ¡Eran las ovejas que escaparon de su llanura! Y el pelo se convirtió en delicada lana.

Así Gabriel aprendió una lección de humildad y Pedro se hizo cargo del rebaño.

Esta historia se puede repetir dentro de algunas familias e iglesias, Lucas 12:15 dice: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”

La raíz de todos los males es el amor al dinero, la codicia mueve a las personas a obrar mal y tomar decisiones equivocadas que tarde o temprano determinan su caída, no importando el rango o la jerarquía social.

Por Carlos E. Encinas

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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