Stanley Jones tiene un relato en el que cuenta que vio a una niña de ocho años tratando patéticamente de ganar en una de esas máquinas de juegos de azar. Había perdido aquel día ocho pesos y estaba desolada, casi a punto de llorar. Jones se acercó a ella y le preguntó:

– ¿No sabes que tú no puedes ganarle a esta máquina? Su estructura interna ha sido hecha para ganarte a ti. La han diseñado basándose en la ley de probabilidades, y todos los que juegan por largo tiempo, perderán irremediablemente. Cada noche los propietarios vacían la máquina de las monedas quitadas de los bolsillos de los ingenuos; y si las probabilidades de ganar estuvieran en favor del público no harían negocio. La niña pensaba que la suerte estaba de un modo especial en contra de ella, pero no era así. Salvo casos excepcionales, la suerte estaba contra todos los jugadores de la máquina de un modo general.

Esa ilustración nos muestra un poco de nuestra naturaleza, inclinada siempre hacia el pecado y a nosotros, buscando escapar de sus consecuencias. Cada vez que actuamos contra las leyes de Dios algo muere dentro de nosotros.

Por mucho que intentemos salir ilesos cada vez que pecamos, no lo lograremos. La Palabra de Dios dice en Ezequiel 18:20 “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él” (RVR). Pero no todo está perdido porque en el mismo capítulo, en los versículos 21 y 22 dice: “Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá”

Si has estado probando “suerte” y viviendo fuera de los mandamientos de Dios, aún estás a tiempo de arrepentirte y volver a sus caminos. No juegues con el pecado, porque al igual que esta niña, por mucho que creamos que podemos ganar, lo único que haremos es perder y sufrir las consecuencias de nuestra desobediencia.

Nunca podrás ganarle al pecado, por muy inteligente o astuto que te consideres, siempre sus consecuencias te alcanzarán.
Pide la ayuda de Dios para poder tener una vida conforme a Su voluntad, para poder vivir sin culpa ni dolor por las consecuencias de la desobediencia, no permitas que el pecado te enrede en una trampa que sólo terminará con tu vida.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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