Corriendo de aquí para allá, algo que antes no se veía dentro de una gran iglesia acostumbrada a tener días tranquilos y rutinarios, se encontraba un joven queriendo marcar la diferencia no para que todo el mundo lo reconozca, sino porque era lo correcto, su nombre es Juan.

Hay un sentir que nace en el corazón de muchas personas y no se traduce simplemente en palabras, se ve, gente apoyando a familias con necesidad, aconsejando, ayudando de diversas maneras, la fe puesta en acción, un compromiso que toda persona que cree y ama a Dios debe realizar.

Existe un lema que fue reutilizado en el ámbito político que al pasar de los años llegó a ser un cliché, “hechos y no palabras”, aunque parezca redundante, es cierto, muchos se aventuraron a realizar promesas que al final no cumplieron.

A veces tenemos la costumbre de caer en ese cliché y solamente nos quedamos con palabras que el viento se llevó, como: “Esa persona necesita ropa”, o “si yo fuera una autoridad haría esto” y no nos damos cuenta que cada uno cuenta con la capacidad que Dios otorgó para ayudar a los demás, a pesar de que no realicemos algo por miles de personas, aunque no regalemos cosas a muchos niños, y parezca que estamos limitados, podemos comenzar con acciones pequeñas, compartiendo algún alimento, consolando a personas con problemas, o simplemente escuchando a otros.

Juan a pesar de su juventud quiso ser diferente a los demás y cumplir lo que dice la palabra de Dios:

“Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”. (Santiago 2:18)

Tu nombre puede ser Juan, Pedro, Enrique, Sara, María, pero ¿Quieres marcar la diferencia en tu iglesia y/o comunidad?

Puedes comenzar hoy.

Por Eduardo Encinas

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario