Cuando tenemos en nuestras manos algún objeto de valor, es normal que tengamos sumo cuidado, en especial para no perderlo.

Dios entregó nuestras vidas a Jesús para salvación y Él hizo una gran declaración en Juan 6:38-40 NTV: “Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad. Y la voluntad de Dios es que yo no pierda ni a uno solo de todos los que él me dio, sino que los resucite, en el día final. Pues la voluntad de mi Padre es que todos los que vean a su Hijo y crean en él tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día final.” Es así como Su responsabilidad y obediencia hace que permanezcamos en el camino de Dios.

Pero también es nuestra responsabilidad el hecho de no perdernos, pues de Dios tenemos todo sus favores, su amor y misericordia, perdona nuestros pecados, su gracia nos hace hijos de Dios, su justicia nos corrige, su poder revela su magnificencia y, ¿nosotros qué? En agradecimiento deberíamos ser buenos hijos, pero muchas veces no pasa esto.

¿Consideras que en algún momento has estado alejándote de Dios y de la nada surge algo que te vuelve a atraer a Él? Es el Señor obrando para no perderte, aunque hay quienes de todas formas se alejan totalmente, Dios sigue insistiendo y hace la invitación para que regresen: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4:16

La voluntad de Dios es que nadie se pierda pero, ¿cuál es nuestra decisión? ¿Qué hacemos para que esto no pase?

No descuidemos de nuestra relación con Dios, porque si permanecemos en Él estamos seguros, pero si nos alejamos, corremos un gran riesgo de perdernos.

Si somos cuidados, seamos también responsables. Sí, somos cuidados, pero también debemos ser responsables.

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario