“Cuando Jesús pasó, miró a Zaqueo y lo llamó por su nombre: «¡Zaqueo! —le dijo—. ¡Baja enseguida! Debo hospedarme hoy en tu casa».” Lucas 19:5 (NTV)

Jesús iba pasando por la ciudad y al enterarse esto un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, tenía el anhelo de ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, y por otro lado, era pequeño de estatura, por ello se adelantó para subirse a un árbol sicómoro para ver al maestro de quien todos hablaban.

Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, lo vio, y le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”. (Lucas 19:5) Seguramente por su mente pasó la idea: Si habían tantas personas alrededor mío, ¿cómo fue que me escogió y me llamó por mi nombre? Todos saben muy bien que soy un funcionario que me hice rico a expensas de ellos. Entonces bajó del árbol y un gozo inigualable pintaba el rostro de Zaqueo al escuchar estas palabras que venían de Jesús.

El deseo de Zaqueo, era ver a Jesús, ya sea por curiosidad o por ser testigo de algún milagro pero sin importar la razón que tuviera lo buscó, de igual manera nosotros en nuestra necesidad de empleo, de una restauración familiar y aun económica vamos a buscar a Dios. Pero la pregunta es ¿Cuán dispuesto está tu corazón para hallarlo y permitir que Dios lo transforme?

Como los pensamientos de Dios son mayores que los nuestros, Él escudriña el corazón. Jesús vio el anhelo y la disposición de Zaqueo, lo que lo llevó a tener a Jesús en su propia casa.
Dios conoce tu corazón y de lejos puede llamar tu nombre para hacer el milagro que esperas, pero antes Él necesita ver la disposición que hay en ti, sin ello no podrá hacer nada.

No pierdas la oportunidad, Jesús está pasando por tu lugar y está mirando el deseo de tu corazón, Él está atento a tu voz, a tu alabanza, está viendo el anhelo con el que lo buscas, Dios lo está mirando todo. Aun sin importar los errores que hayas cometido Él desea entrar a tu casa y cenar contigo, podrá haber gente a tu alrededor que murmure tus pecados y no acepten la idea de que hoy Jesús desea transformarte y hacerte un instrumento útil en sus manos. Aun a pesar de ello, ábrele las puertas de tu casa. Sus planes son perfectos para ti.

Este varón jamás pudo imaginarse lo que Jesús ya tenía reservado para Él, todo ese esfuerzo invertido no quedó sin fruto. Desde el momento en el que Jesús entró a su casa también lo hizo a su corazón. Fue entonces que decidió cambiar, enfrentar errores pasados y sus consecuencias, si las hubo; pero todo por agradar al Señor.
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. (Lucas 19:8)

¿Estás dispuesto al cambio? Jesús está frente a ti y te dice date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
Tal vez le abriste la puerta y lo hiciste esperar en la sala, pero Él desea entrar en tu habitación, no tengas miedo y deja de estar viendo desde un árbol lo que sucede, conviértete en un protagonista y toma la decisión de bajar, de prepararte porque el Maestro quiere algo contigo hoy, este es el momento y es necesario que aceptes el reto de que Jesús entre a tu casa y habite por siempre en ella. Dios está dispuesto para ti, sin importar tú pasado, quién eres, lo que hiciste o qué piensas. Sólo déjalo entrar…

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apocalipsis 3: 20)

Por Ruth Mamani

 

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario