Nuestro Dios es gentil, amable, generoso y amoroso, y nos quiere moldear a Su imagen, si tan solo nosotros lo permitimos. Porque para lograr parecernos cada día más a Dios lo tenemos que desear, se lo tenemos que pedir. Hoy te traemos cinco maneras en las que Dios nos moldea a Su imagen.
Dios puede moldearnos a Su imagen, solo si se lo permitimos. Esa decisión es personal, y Dios no puede hacer cambios en nuestra vida si es que no nos rendimos ni tenemos una actitud de humildad.
Haciéndonos conscientes de nuestros errores, de nuestros pecados. Nos recuerda lo que hemos hecho mal y nos hace sentir culpables de ellos. Nos da el deseo de arrepentirnos y ser perdonados, y por encima de todo, nos perdona y nos ama inmensamente.
«Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados.»
Hechos 3:19 (NTV)
Nos ayuda a no tener divisiones entre nosotros. Va moldeando nuestro corazón al perdón y la armonía, a que persigamos un propósito conjunto y colaboremos los unos con los otros. Va suavizando nuestro corazón para con los demás en nuestro entorno.
«Amados hermanos, les ruego por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo que vivan en armonía los unos con los otros. Que no haya divisiones en la iglesia. Por el contrario, sean todos de un mismo parecer, unidos en pensamiento y propósito.»
1 Corintios 1:10 (NTV)
Nos hace rechazar nuestra carnalidad. Aunque para muchos es una batalla diaria, para algunos es un rechazo inmediato. Hay quienes dan testimonio de la manera como dejaron, por ejemplo, de decir malas palabras desde el momento que fueron salvos. Así, muchos con otros asuntos carnales.
«Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo.»
Colosenses 3:5 (NTV)
Impidiendo que nos dejemos influenciar e incluso manipular por otros, para dejarnos llevar por las tendencias. Nos protege de cualquiera que se pueda acercar para alejarnos de Él. Nos cubre para que nada nos haga daño por llevarnos a hacer cosas que ya no deseamos.
«No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.»
Romanos 12:2 (NTV)
Nos moldea con paciencia, y paso a paso, nos va transformando. Muchas veces ni lo notamos ni lo sentimos. Pero va ocurriendo. Nos damos cuenta de que los pesares de otros nos entristecen, los dolores de otros nos afectan y los triunfos de otros, los celebramos.
«Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.»
2 Corintios 3:18 (RVR 1960)
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