Cuando le preguntaron a Alejandro el Grande, cómo en una edad tan temprana de su vida y en tan corto tiempo había logrado conquistar vastas regiones y establecer su nombre de un modo tan firme respondió:
—El secreto de mi éxito es que he tratado tan bien a mis enemigos que los he convertido en mis amigos; y me he comportado con mis amigos de forma tan delicada que han continuado siendo amigos de un modo inalterable.
Entre las muchas cosas que Jesús nos enseñó y cambió de la ley está el amor a los enemigos. En Mateo 5:43-48 dice:
“Han oído la ley que dice: “Ama a tu prójimo” y odia a tu enemigo. Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual. Si solo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo. Si eres amable solo con tus amigos, ¿en qué te diferencias de cualquier otro? Hasta los paganos hacen lo mismo. Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo es perfecto” (NTV)
Sin duda alguna, no es fácil amar a los enemigos. No es fácil sentir aprecio y mucho menos orar por alguien que nos ha calumniado, robado, herido, traicionado, que nos ha quitado algo a que apreciábamos mucho o que ha sido causante de la ruptura de una relación o familia. Hay cientos de ejemplos que podríamos tener y todos serían válidos; sin embargo, el mandamiento es amar a nuestros enemigos, sin importar la causa.
En Proverbios 15: 1 dice: “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor” (NTV) ¿No te ha pasado que hay problemas que toman dimensiones impensables por una mala respuesta? De algo que parecía tan simple pasa a no tener sentido por la magnitud que cobra. Y muchas veces de ahí nacen los enemigos de algo que pudo evitarse con una blanda respuesta, hablando, aclarando posiciones.
El orar por tus enemigos, no sólo te pondrá dentro de la voluntad de Dios, sino que traerá paz a tu vida, te dará la fortaleza para tener un trato amable con aquellos que te han lastimado y verás cómo las cosas cambian. Recuerda que cada uno da lo que tiene y que de la abundancia del corazón habla la boca. ¿Qué hay en tu corazón?
Recuerda que el mandamiento de amar al prójimo se refiere a todos, a la gente que nos hace el bien como a aquella que nos lastimó.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.