Muchos pasajes de la Biblia describen a Jesús como siervo. Uno de ellos es Filipenses 2:5-8 que dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Versión Reina-Valera 1960

La pregunta es: ¿Podemos decir que esta definición de siervo también se ajusta a nosotros? Es decir, ¿nos despojamos de nuestros intereses personales y actuamos constantemente en obediencia a Dios?

Uno de los versículos que más me han hecho pensar con relación a las formas en las que estamos llamados a servir dentro del Reino de los Cielos es Colosenses 1:16 que dice: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” Versión Reina-Valera 1960

El versículo no se refiere únicamente a todo lo creado en el principio y detallado en Génesis 1, sino también a todo lo que hoy podemos ver. En realidad todo le pertenece a Dios y existe porque Él así lo ha permitido. Ni siquiera nuestro cuerpo nos pertenece, 1 Corintios 6:19.

Si todo le pertenece a Dios, nosotros nos convertimos automáticamente en administradores. Esta realidad es reforzada con la parábola de los talentos relatada por Jesús, en la cual menciona a un hombre (Dios) que dejó sus bienes a sus siervos y se fue, pero al volver les pidió cuentas, Mateo 25:14-30.

Esto quiere decir que no sólo el diezmo le pertenece a Dios sino todo el dinero, no sólo el domingo sirve para alabar su nombre sino que todos los días, no deberíamos disponer sólo un poco de tiempo al día para un devocional y orar, sino que deberíamos meditar en su palabra de día y de noche. Incluso nuestro cuerpo debe ser administrado de mejor manera con ejercicios y con comida más saludable.

Pero no te confundas. No es que Dios no quiere que vayas de vez en cuando al cine y que comas algo sabroso con tus amigos, que sepas comprar buena ropa para vestirte y que procures ahorrar para realizar algún viaje de vacaciones. Es más, a Él le interesa que prospere tu vida así como prospera tu alma, 3 Juan 1:2.

Pero ahora que conoces esta realidad, procura ser buen administrador de todo lo que se te ha entregado, incluso de tu tiempo, porque algún día tendrás que rendir cuentas por todo.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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