Cuando uno de mis sobrinos era más pequeño y lo enviábamos a la tienda, casi siempre retornaba a casa con algo distinto a lo que le habíamos encargado ¿Qué pasaba?, era nuestra pregunta. Decidimos seguirlo y descubrimos que en el camino se encontraba con sus amigos y se ponía a jugar o se quedaba viendo la tienda de videos.

El objetivo de mi sobrino era ir a la tienda y comprar lo que se le había pedido pero las distracciones que había en el camino desviaban su atención de lo que debía hacer.

Todos tenemos un propósito en esta tierra, nadie es resultado de una casualidad o un descuido, Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.” Efesios 2:10 (NTV)

Dios nos creó para hacer algo hermoso con cada uno de nosotros, pero a veces lo olvidamos, dudamos y nos detenemos. Y en lugar de cumplir el propósito de Dios para nuestra vida, nos distraemos y nos desviamos del camino.

Las distracciones son las armas preferidas que usa el enemigo para desviar nuestra atención y así sacarnos del camino correcto; eso que el enemigo ha puesto delante de ti puede estar haciendo que tu vida espiritual esté muriendo.

El exceso de trabajo, los problemas, enfermedades, relaciones conflictivas y necesidades son algunas de las cosas que el enemigo usa para distraer. ¿No te ha pasado que cuando te dispones a orar, leer la biblia o congregar siempre ocurre algo que impide que lo hagas?

Tal vez no puedas evitar esas distracciones  pero tú decides si te detienes y haces lo que el momento te presenta o continúas caminando a aquello que Dios te ha llamado hacer.

“Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos.” Salmos 138:8 (RVR1960)

Por Judith Quisbert

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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