Quizá por mucho tiempo has estado huyendo de tus “enemigos”, pero ¿qué pasaría si te vuelves a encontrar con ellos? ¿Cuál sería tu actitud, si tendrías la oportunidad de cobrar venganza? David se encontraba en una situación similar y aunque su decisión decepcionó a otros, no dudó en hacerlo.
“Entonces los hombres de David le dijeron:
— ¿Te acuerdas que Dios te prometió que te vengarías de tu enemigo, y que le harías lo que quisieras? Pues bien, ¡ahora es cuando debes hacerlo!
Pero David les respondió:
— ¡Que Dios me libre de hacerle algo a mi señor el rey! ¡Nunca le haré daño, pues Dios mismo lo eligió como rey! ¡Sobre su cabeza se derramó aceite, como señal de la elección de Dios!
Y aunque David les prohibió a sus hombres atacar a Saúl, él mismo se acercó en silencio a donde estaba Saúl, y cortó un pedazo de la orilla de su manto. Sin embargo, más tarde pensó que no debía haberlo hecho. En cuanto Saúl terminó, se levantó y salió de la cueva para seguir su camino.” 1 Samuel 24:4-7 (TLA)
Podemos imaginar a David escuchando el consejo de sus hombres, quienes se encontraban emocionados, porque desde entonces su vida de fugitivos llegaría a su final. Quizá supusieron un montón de cosas a su favor, pero para su sorpresa, David no se acercó a Saúl para poner su espada sobre su cuello sino para cortar la punta de su manto.
Estoy segura que los hombres de David se decepcionaron por esta actitud, quizá muchos dijeron: “Tenía la oportunidad de terminar con la vida de aquel que intentó matarlo y decidió perdonarlo”.
¿Qué harías tú en esa situación? Quizá pasen por tu mente estas palabras: ¿Amar a mi enemigo después de lo que me robó, después de su traición? Por su puesto que no es fácil restaurar una relación de amistad pero, si contrario a lo que David tuvo que atravesar, el que un día fue tu amigo viene a pedirte perdón, ¿lo harías? Puede que te haya fallado, que haya cometido un montón de errores, que incluso te haya difamado, pero ante ello, la mejor decisión que puedes tomar, es perdonar así como David lo hizo con Saúl, teniendo la oportunidad de matar a quien se había convertido su enemigo, lo perdonó.
No es difícil amar a quienes nos aman, nos bendicen, oran por nosotros, etc., sino a aquellos que desean nuestro mal, lo cual se convierte en un verdadero reto, al que todos fuimos llamados. El amor humano dice “Te voy a amar si… haces lo que digo, lo que quiero, si me amas, etc.” mas Jesús nos llama a: “amar a nuestros enemigos” lo cual implica, actuar a su favor.
“¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato. Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados.” 32-35
Si te encuentras con tus enemigos… ¿Qué actitud tomarás?
Por Ruth Mamani
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.