1 Samuel 17, relata la épica batalla entre David y Goliat. Aunque la referencia más común que se hace sobre esta historia es la del pequeño muchacho logrando la proeza de vencer a un gigante, la realidad es que tal afirmación podría ser desatinada.

Para empezar, Goliat era un hombre gigante que medía cerca de 3 metros, llevaba una armadura tremendamente pesada, una lanza, un escudo, una espada e iba acompañado por un escudero. Estos datos nos dicen que este guerrero era parte de la tropa de infantería, cuya cualidad principal era la lucha cuerpo a cuerpo.

En ese entonces había una tradición: el mejor guerrero de un ejército salía a retar a otro guerrero del ejército rival con la finalidad de medir fuerzas. Eso es precisamente lo que pasó en el valle de Ela, pero como sabemos, ningún hombre del ejército de Israel se atrevía a enfrentarlo. El Filisteo había terminado intimidando a todos por su altura, su brillante armadura y por sus palabras.

En ese momento apareció David: un muchachito que se dedicaba a cuidar las ovejas de su padre. Al oír las amenazas del gigante se ofreció a sí mismo como voluntario para pelear contra el gigante y, aunque al principio hubo resistencia, al final fue enviado.

Aparentemente parecía estar en desventaja, pero no era así. Aunque no tenía la altura, la armadura o la espada de Goliat, David tenía una honda que en ese entonces era un arma tremendamente devastadora. Hoy en día sabemos que un profesional en el uso de este artefacto de cuero puede llegar a derribar un ave en pleno vuelo, ya que la velocidad a la que puede llegar una piedra lanzada es de 35 metros por segundo, semejante al disparo de una pistola calibre 45.

Cuando David tomó la honda en sus manos, se convirtió automáticamente en un miembro de la tropa de la artillería pesada, cuya cualidad es el uso de armamento pesado para la lucha a larga distancia.

Goliat era de la Infantería (lucha cuerpo a cuerpo) y David era de la artillería pesada (lucha a distancia). El pequeño pastor no necesitaba acercarse demasiado para girar su honda sobre su cabeza por unos cuantos segundos y disparar una piedra para herir de muerte al gigante. Considerando la velocidad a la que salió volando el proyectil, el Filisteo no tuvo tiempo para esquivar el impacto. Por si eso no fuera poco, David peleaba en el Nombre de Jehová.

“Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.” 1 Samuel 17:45 Versión Reina-Valera 1960

Basándonos en estos datos, ¿Quién tenía la ventaja real en esta lucha? Sin duda alguna podemos decir que David.

Dios ya había entrenado hace mucho tiempo atrás a ese pequeño pastorcito y no tenía que intervenir demasiado en esa batalla. Él ya había preparado un paladín que haga respetar Su Nombre y el de su ejército.

Recuerda que los gigantes no son lo que parece: su brillante armadura y sus enormes armas, no son nada si buscamos otra alternativa de lucha y sobre todo, si peleamos respaldados por Dios.

“Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.” 1 Samuel 17:46 versión Reina-Valera 1960

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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