El Bambú chino es una planta  a la cual hay que cuidar durante mucho tiempo antes de poderla ver. Después de plantar la semilla de esta increíble gramínea, no se ve nada durante cinco años, excepto un lento desarrollo de un diminuto brote a partir del bulbo. Durante cinco años, todo el crecimiento es subterráneo, invisible a simple vista, pero una maciza y fibrosa estructura de raíz que se extiende vertical y horizontalmente por la tierra está siendo construida.

Entonces, al final del quinto año, el bambú chino crece hasta alcanzar una altura de veinticinco metros.

Al parecer todo lo que hacemos por querer lograr algo se desarrolla lentamente al igual que el bambú. Quizás estás orando por tus hijos, por tu cónyuge, por una persona cercana y aún no vez cambio alguno, transcurre el tiempo y a veces ya perdemos la esperanza y la fe al no ver ningún resultado. Sin embargo, cuando pones en manos de Dios a estas personas, Él trabaja silenciosamente, así como con el bambú. No ves resultados en el tiempo que desearías pero cuando llega el tiempo exacto y perfecto, lo que sucede es maravilloso y mucho más sorprendente de lo que habíamos imaginado.

Si tienes que orar, pedir y luchar por esa persona para que pueda tener ese cambio radical y que Dios obre en esa vida, no debes detenerte, aunque pasen días, meses o años, tu fe no debe menguar porque los milagros sucederán siempre y cuando tu sigas trabajando junto a Dios por esa persona, al igual que con el bambú, si no se lo cuidaría durante esos 5 años, al sexto año no lograría ser esa planta tan enorme con raíces fuertes que es.

“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” Gálatas 6:9 (RVR-1960)

Los frutos los verás en el tiempo perfecto, trabaja, ora y lucha hasta el final, no dejes que la duda o el cansancio eviten que puedas ver el milagro que va a suceder.

 
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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