“Ustedes mismos son nuestra carta, escrita en nuestro corazón, conocida y leída por todos. Es evidente que ustedes son una carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones.” 2 Corintios 3:2-3 (NVI)

A través de una carta podemos enviar un mensaje que queremos transmitir. Por ello el apóstol Pablo compara nuestra vida con cartas abiertas que el mundo necesita leer. El deseo de Dios es que el mensaje que recibimos haya sido grabado en nuestros corazones mediante el Espíritu de Dios.  Sin embargo debemos recordar, que ser “cartas abiertas” implica una gran responsabilidad. Sería bueno preguntarnos hoy ¿Cuál es el mensaje que los demás leen en nosotros?

Por Ruth Mamani

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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