Hechos 26 relata la defensa de Pablo ante el rey Agripa. En ella el apóstol describe su vida antes de conocer a Jesús y cómo cambió su historia después de que el Señor se le apareció.
Pablo en su defensa se describe como alguien cruel y sanguinario “…lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.” (v. 10,11)
Pero cuando Jesús se reveló a su vida, Pablo dice: “Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.”(v. 19,20)
Cada uno de nosotros tenemos una historia que contar, un antes y después de conocer a Cristo. En general todos estábamos viviendo en una situación deplorable cuando Jesús se manifestó a nuestras vidas.
Pudo ser el alcohol, las drogas, la depresión, la soledad, la violencia o una familia desintegrada con los cuales nos enfrentábamos, o simplemente el sentirse cómodo con disfrutar la vida. Sea cual fuere la situación de nuestro pasado entendemos que Dios en su infinita misericordia permitió que todo lo malo y entenebrecido de nosotros pasase a la luz y a la esperanza de un futuro mejor.
En este día les animo a que separemos un tiempo para recordar de dónde Dios nos ha sacado, cómo estaba nuestra vida y agradezcamos por su inmerecido amor al rescatarnos de ese pasado oscuro.
Usemos de nuestra historia para compartirlo con los demás, es un instrumento eficaz para presentar a Cristo a nuestros familiares y amigos demostrando que en el Señor si se puede cambiar para bien, tener vida y paz en abundancia.
El rey Agripa después de escucharlo, dijo “Por poco me persuades a ser cristiano” (Hechos 26:28) No desestimemos nuestro testimonio, usémoslo para mostrar del poder de Dios para transformar vidas, y como Pablo podamos llegar a persuadir a otros a ser cristianos.
Dios use tu historia, y te permita ganar vidas para su reino.
En aquel día se dirá: “Alaben al Señor, invoquen su nombre; den a conocer entre los pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su nombre.” (Isaías 12:4 NVI)
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.