Hoy en día, con mucha tristeza, he visto cómo muchos matrimonios se van destruyendo a causa de que los cónyuges no pueden comunicarse correctamente.

En la etapa de noviazgo el uno no podía vivir sin el otro y se prometieron amor hasta que la muerte los separe; pero después, muchos se preguntan ¿qué fue lo que pasó si esa pareja se amaban tanto y ahora no quieren ni verse?

Lo que sucede es que no supieron resolver sus conflictos de la manera correcta, los problemas nos acompañan toda nuestra existencia así seamos solteros, casados, viudos, divorciados  y hasta los niños  pasan por dificultades.

Los gritos, los insultos, la violencia no son la solución a los conflictos conyugales. Muchos piensan que si gritan más fuerte el otro cederá pero no es así,  al contrario, esto puede llevar a la violencia física y en vez de  solucionar el problema lo agrava aún más.

Todos podemos aprender a manejar los conflictos y evitar que ellos nos controlen, de manera que nuestra relación se mantenga saludable,  pero para ello debe haber la disposición de ambos cónyuges de ponerse de acuerdo y tratar de resolver sus asuntos de manera privada, sin involucrar a toda la familia.

Otro elemento muy importante para manejar nuestros conflictos conyugales es el amor por Dios y el deseo de ambos de someter sus vidas a las verdades divinas.

En el libro “Como enfrentar conflictos en la vida conyugal” del Dr. David Hormachea nos da algunas recomendaciones de cómo podemos manejar los conflictos conyugales.

Cada uno debe renunciar a sus ideas humanas y someterse a la forma divina de manejar los conflictos. Esto significa pedir sabiduría a Dios para buscar el bienestar del otro y no el de uno mismo amándolos como a nosotros mismos, no utilizando palabras destructivas e hirientes.

Debemos aprender a manejar los problemas  basados en la palabra de Dios y no bajo nuestras emociones.

Para resolver los conflictos a la manera divina, ambos cónyuges deben establecer un sistema para enfrentarlos y comprometerse a cumplirlo. Cuando haya un desacuerdo, deben exhortarse con respeto. Acérquese con sabiduría en el momento oportuno con ejemplos claros y con palabras apropiadas para notificar a su cónyuge que no está cumpliendo lo acordado.

Es muy importante que los cónyuges desarrollen un sistema de comunicación basado en la verdad y manejado con gracia e integridad. La buena comunicación es esencial para enfrentar los conflictos.

La emociones son como potros salvajes que si no se controlan van directo al precipicio, por lo tanto, cada cónyuge debe comprometerse a no manejar su matrimonio basado en sus emociones si no en nuevas convicciones y determinaciones.

Nunca devuelvan insulto con insulto, en pocas palabras nunca pague a su cónyuge mal por mal, porque Dios no lo diseñó de esa manera.

Y por último, procuren con toda diligencia vivir bien delante de todos los hombres, especialmente delante de sus familiares y, fundamentalmente, delante de Dios porque Él es el principal testigo de todos sus aciertos y equivocaciones.

Son recomendaciones que podríamos tomarlas para mejorar nuestra relación conyugal, pero si no los consideramos por  orgullo de uno o de ambos cónyuges los conflictos no podrán ser resueltos y esto llevará a la separación y destrucción del matrimonio.

No permitas que el orgullo te gane la partida, aprende a resolver tus conflictos a la manera de Dios y verás que tu matrimonio será completamente restaurado.

“La gente orgullosa provoca peleas; la gente humilde escucha consejos”.  Proverbios 13:10 (TLA)

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