Rosa Parks fue una activista que dedicó gran parte de su vida a luchar en pro de los derechos civiles en Estados Unidos. Ella al igual que varias personas de raza negra, formaban parte de un movimiento que luchaba contra las aun latentes violaciones a los derechos de igualdad que supuestamente ya habían sido abolidas en el país del norte para esa época.

En el 1 de diciembre de 1955, ella se negó a ceder el asiento del transporte público a una persona de raza blanca, lo cual provocó que la llevaran a la cárcel bajo los cargos de perturbación del orden. Recordemos que en esas épocas el transporte público dividía los asientes en dos secciones, los de adelante le correspondían a los de raza blanca y los de raza negra, se tenían que centrar al fondo.

El incidente conmocionó a muchas personas y fue el detonante para que varios movimientos activistas se unieran. En esa época Martin Luther King, quien lideraba un grupo pequeño de lucha y no era tan conocido, junto a un numeroso grupo dirigió una protesta por la liberación de Rosa de la prisión y para que cambiaran las leyes del transporte público.

Las movilizaciones comenzaron a tener éxito; Además de liberar a Rosa, la gente en general dejó de usar el transporte público lo cual provocó un déficit en sus ingresos y un posterior cambio de sus leyes.

No todo termina ahí. Rosa Parks continuó luchando por los derechos civiles de su raza obteniendo muchas victorias e inspirando miles de personas a seguir su ejemplo.

Al leer esta historia no puedo dejar de pensar en tres muchachos que hicieron algo similar. Hace mucho tiempo atrás existía un reino cuyas leyes dictaban que toda persona debía arrodillarse ante la estatua del rey, pero las convicciones en los corazones de Sadrac, Mesac y Abed-nego, dictaban otra cosa.

Ellos no se arrodillaron y fueron condenados a ser echados vivos a un honro de fuego, a lo que los tres pronunciaron una de las frases más inspiradoras que hay en la biblia.

“Nuestro Dios, a quien adoramos, puede librarnos de las llamas del horno y de todo el mal que Su Majestad quiere hacernos, y nos librará. Pero, aun si no lo hiciera, sepa bien Su Majestad que no adoraremos a sus dioses ni nos arrodillaremos ante la estatua de oro.” Daniel 3:17-18 Versión Dios Habla Hoy (DHH)

Cuando vivimos bajo la convicción más poderosa que es Dios, siempre existe la posibilidad de padecer ya que no tomamos el camino corto, sino el largo y angosto. Es posible que provoque contratiempos, un esfuerzo superior al de los demás y lo más seguro es que exista oposición. Después de todo, vivir bajo los estatutos divinos es ir en contra del mundo, del diablo y de nuestra propia carne.

Pero en medio de esa batalla, si nos mantenemos firmes, siempre lograremos obtener una victoria.

¿Cuál es esa victoria? Te levantarás más fuerte que antes y lo más hermoso de todo, nuestro Dios de justicia recordará ese esfuerzo con una sonrisa en los labios.

“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.” Hebreos 6:10 Versión Reina-Valera 1960

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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