El perdón es uno de los actos más nobles que puede consumar una persona, aunque ha sido utilizado como recurso curativo. Se ha demostrado científicamente que perdonar resulta una eficaz medicina, reduce el dolor y permite una pronta restauración emocional.

El perdón es una voz de independencia respecto de aquel que nos mantiene encadenados a la amargura. Nos ayuda a reducir el resentimiento, el enojo y la irritación; sentimientos que desarrollan en la persona un sentido de culpa y ansiedad.

El perdón es una prueba de amor hacia nosotros mismos: quien se ama, perdona.

El doctor Frederick Luskin, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, en California, es fundador del Stanford Forgiveness Project, que estudia los efectos del perdón en el ser humano, afirma que perdonar nos libera para vivir a plenitud y con salud de mente, cuerpo y espíritu.

Como se ha descrito en líneas anteriores, el perdonar nos trae grandes beneficios a nuestra vida, no sólo a nuestra vida emocional o sentimental, también implica todo nuestro ser. El perdón es un arma poderosa para romper con todo aquello que quiere intoxicar y dañar lo que somos y lo que puede dañar nuestra relación con Dios.

No podemos negar que muchas veces, perdonar, puede ser difícil y hasta incomprensible por razones que consideremos propias; pero por lo que vimos y entendemos como hijos de Dios debemos perdonar a los que nos han ofendido o pedir perdón a aquellos que hemos lastimado.

Nuestro Señor nos da el máximo ejemplo en la cruz cuando dijo: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). A pesar de ser el agredido y de no tener culpa alguna, los perdonó; entonces cuánto más nosotros que hemos sido rescatados por su sacrificio y que conocemos de su gracia deberíamos practicar el perdón. En Mateo 18:21-22 “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”

Busca en Dios la fuerza para perdonar. Desea simplemente que Él haga desbordar de su amor tu corazón. Donde llega el amor, el odio es desalojado y si existe amor existirá perdón. Tal como lo hizo Jesús, no es imposible, sólo es cuestión de decisión.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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