Se cuenta que en un pequeño pueblo, un pastor visitaba a una  anciana miembro de su congregación, la cual estaba inválida desde hacía ya mucho tiempo.

     – Lamento mucho haber llegado a esta hora – le dijo el pastor- pero he tenido que recorrer todo el pueblo antes de venir.

     – Yo también, pastor, acabo de recorrer todo el pueblo.

     – ¿Cómo es posible? Usted no puede moverse de la cama.

     – ¡Ah! – contestó la viejecita- , mi alma no está atada a la cama y así todos los días recorro el pueblo con mis oraciones, sin moverme de aquí.

Muchos de nosotros tenemos familiares y amigos que se encuentran en otros países o a quienes por diferentes razones, como trabajo o salud, no vemos hace tiempo o con la frecuencia que desearíamos.

Sin importar la distancia ni las circunstancias, podemos hacer mucho por ellos si intercedemos diariamente por sus vidas. La oración es la mejor forma de ayudarlos porque movemos la mano de Dios a favor  de los que amamos. El pedir su protección, cuidado y provisión a favor de ellos es la mejor muestra de amor que podemos darles.

Cuando oramos, Dios se encarga de hacer aquello que para nosotros es imposible humanamente. Nunca sabremos de cuántas cosas han sido guardados nuestros seres amados por nuestras oraciones o nosotros mismos porque alguien estuvo intercediendo por nuestras vidas.

No te canses de interceder, Dios nunca desecha una oración sincera y siempre  responde, aún cuando no sea de la manera en que pensamos.

“Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos” Salmos 34:15 (RVR1960)

La oración no tiene límites, sin importar la distancia o dónde se encuentren tus seres queridos, tu oración puede cambiar sus vidas.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario