“Un día, los profetas le dijeron a Eliseo:

—Mira, el lugar donde vivimos contigo es demasiado pequeño para nosotros. Déjanos ir al río Jordán, allí tomaremos troncos y nos haremos una casa.

Eliseo les contestó:

—Está bien. Vayan.

Entonces uno de los profetas le dijo:

—Ven con nosotros, por favor.

Él contestó:

—Está bien, iré.

Así que Eliseo los acompañó, y cuando llegaron al río Jordán cortaron algunos árboles. Mientras uno de los profetas estaba cortando un tronco, se le cayó el hacha al río. Entonces le gritó a Eliseo:

— ¡Maestro! ¡Esa hacha no es mía, me la prestaron!” 2 Reyes 6:1-5 (TLA)

Imagino el susto que se llevó el profeta cuando vio desaparecer el  hacha en el río, quizá pensó en no recuperarla más y se hizo la idea de tener que pagarla, pero su angustia fue tal que no pudo evitar gritar.

¿Alguna vez te pasó algo similar? Tal vez pediste prestado algo que necesitabas en el momento, pero por un descuido lo perdiste, se rompió o puede que haya pasado el tiempo y nunca más lo regresaste.

Romanos 13:7-8 (NVI) dice:

“7 Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor. La responsabilidad hacia los demás. No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley.” Romanos 13:7-8 (NVI)

Alguien dijo alguna vez: “Su nombre es prestar y su apellido devolver” Haciendo referencia a que si te prestaste algo, no tardes en devolverlo. Puede que la persona que te hizo ese favor tuvo que haber trabajado mucho para obtener ese bien, no sería justo simplemente olvidarlo; o quizá no tenga ninguna necesidad, pero sabes que lo correcto es devolver.

A pesar de que el tiempo haya pasado desde el día en que pediste prestado, te animo a armarte de valor para devolver aquello que no es tuyo; ya basta de estar escondiéndote de los demás porque no les has pagado lo que les debes; ya basta de infringir los principios de la palabra de Dios, es tiempo de vivir en integridad y de  que no debamos nada a nadie.

Todos sabemos del riesgo que corremos al prestarnos algo que no nos corresponde, y de la misma forma sabemos cuando somos nosotros quienes prestamos a otros.

Así como el profeta exclamó con tanta desesperación al ver su hacha “prestada” desaparecer en el río, de la misma forma deberíamos desesperarnos por devolver algo que nos prestamos o que debemos.

Por Ruth Mamani

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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