¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
1 Corintios 15:55-57 (RVR1960)
Cuenta que una pequeña niña pedía ser miembro de una iglesia. El pastor le preguntó desde cuándo era convertida, a lo que la niña respondió:
Ante la mirada expectante de los presentes la niña explicó que su conversión había tenido lugar cierto día en que una abeja entró en la habitación.
Ella había tratado en vano de defenderse del insecto, hasta que fue a esconderse debajo del delantal de su mamá y la abeja, posándose sobre el brazo desnudo de esta, clavó su aguijón.
La madre le aseguró entonces a la niña que podía salir y hasta jugar con la abeja sin temor.
En este incidente, la madre aprovechó para explicarle a la niña cómo Cristo sufrió por nosotros en la cruz, y por esa razón nosotros podemos afrontar sin miedo la muerte; ésta puede rondar alrededor nuestro, pero no tiene poder para herirnos gravemente.
Cuando Pablo habla del aguijón se refiere al pecado y nosotros por naturaleza somos pecadores. No había forma, humanamente hablando, de que nosotros venciéramos al pecado, estábamos condenados a la muerte eterna. Entonces, Cristo dio su vida para salvarnos de la muerte y que tengamos vida eterna.
Para aquellos que hemos aceptado el sacrificio de Jesús, la muerte es un enemigo derrotado y solamente se convierte en el medio por el cuál podremos ver a aquel que dio su vida por amor a nosotros.
Ninguno de nosotros hubiera podido ser capaz de salvarse a sí mismo, por eso Dios, en su infinito amor y misericordia, mandó a su Hijo unigénito, para podamos ser salvos.
La mejor manera de honrar ese sacrificio impagable, es viviendo de forma agradable a Dios, siguiendo su voluntad. No hay forma de pagar por ese sacrificio, pero podemos consagrar nuestras vidas a Él y honrar, agradecer, por tanto amor.
Señor, no hay forma en la que yo pueda pagar el sacrificio que hiciste por mí, no existen palabras para expresar mi gratitud por dar tu vida por mí en la cruz del calvario, aun cuando yo no lo merecía. Gracias Señor porque por tu preciosa sangre derramada tengo perdón de mis pecados y vida eterna. Gracias, gracias por tanto amor. Es mi anhelo que todos los días pueda honrarte con mi vida, con mis palabras y acciones. En el nombre de Jesús, amén.
¿Ya aceptaste a Jesús como tu Salvador? Cuéntanos cuál fue tu experiencia.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ
¿Cómo evangelizar a alguien de tu familia? ¿Es un desafío o es más fácil de…
Si quieres que tu iglesia abrace el evangelismo, primero debes vivirlo personalmente. Conoce 5 ideas…
Leer la Biblia nos ayuda a fortalecer nuestra fe, a conocer a Dios y encontrar…
El evangelismo es una parte clave de la vida cristiana; pero a menudo se malinterpreta,…
La Biblia nos describe muchas maneras de evangelizar y las razones por las cuales debe…
El evangelismo es una de las misiones más fundamentales de la iglesia cristiana y de…