Creo que nunca dejaremos de requerir ayuda de algún tipo, pues la vida está llena de retos y circunstancias que desgastan nuestras fuerzas. Es ahí donde debemos saber dónde recurrir.

David estaba frente a un peligro inminente, estaba escondido en una cueva, huyendo del Rey Saúl que lo buscaba para acabar con su vida, oculto clamó a Jehová: “Ten compasión de mí, oh Dios; ten compasión de mí, que en ti confío. A la sombra de tus alas me refugiaré, hasta que haya pasado el peligro. Clamo al Dios Altísimo, al Dios que me brinda su apoyo. Desde el cielo me tiende la mano y me salva;” Salmos 57: 1-3a (NVI).

David se amparó en Dios ante el temor de perder la vida, pidió compasión con denuedo, buscó estar protegido directamente por Él y confió que tendría respuesta. También fue movido a confiar más en Dios que en sus propios recursos o en su habilidad de hombre astuto y guerreo, a creer en Sus promesas.

Es fácil que el temor nos invada en momentos de problemas o peligros, hasta nuestra fe puede menguar y derribar la confianza en Dios. Pero esto no pasa cuando conocemos los atributos de nuestro Salvador, pero si no  lo conocemos, sencillamente nos rendiremos ante cualquier inconveniente. Si fortalecemos diariamente nuestra fe por medio de su Palabra y oración, podremos vivir confiados.

Si continuamente vives en incertidumbre y conflictos, imita la actitud de David, refúgiate en Dios y serás bienaventurado.

“Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios,” Salmos 146:5  (RVR1960)

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario