No te hablo del animalito que Dios hizo como parte de su creación, sino de la persona que es presa de la flojera y el conformismo, cuyo motor diario es el desánimo y en muchos casos el negativismo.

Desde su más tierna infancia José vivió rodeado de lo mejor, buena ropa, buenos juguetes y zapatos, la comida no faltaba, el refrigerador estaba lleno y podía comer lo que quisiera, él se acostumbró a ese estilo de vida.

Su familia no se dio cuenta que criaron una persona extremadamente dependiente. A veces los padres se equivocan al decir “no quiero que mi hijo pase por lo mismo que yo pasé”, le dan de todo y cuando falta algo no saben qué hacer. Un dependiente es a la vez perezoso, sabe que sus papás proveerán lo que necesite y preferirá realizar pocos esfuerzos en la vida.

 “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar”. (Proverbios 26:16 RV60)

El consejo del perezoso es como agua estancada, se imaginarán los resultados para quienes lo escuchan; el que cree saber todo analice su situación actual.

¿Cuál es la importancia de los padres en la vida de sus hijos? Ellos están para proteger y proveer para  toda necesidad física y emocional, la palabra de Dios enseña sobre la educación dirigida a los hijos, instruir en la verdad y corregirlos cuando se quieran desviar.

“El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada”. (Proverbios 13:4 RV60)

Un niño sano conoce sus derechos y sus responsabilidades, los padres le ayudan a crecer y soñar. ¿Qué interesante sería que cada niño aprenda un oficio para que en un futuro pueda auto-sustentarse?

El primer lugar de enseñanza es el hogar. La palabra de Dios instruye en justicia y puede enderezar las sendas de los perezosos si deciden conocer a Cristo.

¿Cómo estás educando a tus hijos? ¿Eres perezoso? Aún hay esperanza para ti.

Por Carlos Eduardo Encinas.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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