La historia habla de un joven a quien se le había encomendado la tarea de romper una gigantesca roca que estorbaba un camino que se pensaba construir. En el pueblo, todos habían rechazado aquel trabajo, debido al descomunal tamaño de aquella piedra y a lo larga y tediosa que prometía ser la tarea.

El primer día, el joven estudió con calma el inmenso peñón, buscando identificar su punto más débil. Tras largo rato, el muchacho tomó un tizón, marcó una “X” en uno de los lados de la roca y se dispuso a comenzar la tarea. Sabía que aquella labor no sería trabajo de uno o dos días, o tan siquiera de un par de semanas. Sin embargo, lejos de desanimarlo, el gran reto que aquella tarea suponía, parecía motivarlo a empezar prontamente y con mayor empeño su trabajo.

Día tras día el joven venía con su mazo y le propinaba cientos de golpes a la gigantesca roca, asegurándose de concentrar todo su esfuerzo en el punto que había marcado desde un principio. Y pese a que nada parecía estar sucediendo, ni se advertía progreso alguno, su voluntad nunca desfalleció y en ningún momento sucumbió a la tentación de cambiar el punto en el cual había decidido concentrar su esfuerzo.

Después de un par de semanas, su insistencia terminó por llamar la atención de los vecinos de la zona. Algunos de ellos comenzaron a darse cita en aquel lugar para observar con burlona impaciencia, la terquedad y obstinación del joven. Pero su confianza no flaqueó, aún después de enterarse que quienes lo habían contratado ya habían comenzado a realizar planes alternos ante la evidente imposibilidad de despejar el camino.

Una mañana, como de costumbre, el joven llegó temprano a su trabajo, tomó el mazo y se dispuso a reanudar su tarea. No obstante, después de dar el primer golpe, sorprendentemente la roca se partió en dos pedazos, ante las miradas atónitas de los presentes. Quienes habían acudido aquella mañana por primera vez, no podían creer que la roca se hubiese partido después de un solo golpe.

Con evidente placer, por haber logrado finalmente su cometido, el joven tomó su mazo y partió para informar a su jefe sobre la finalización del trabajo que se le había encomendado.

¿Fue el último golpe el que en realidad rompió la roca? No fue, en el sentido de que ya había una acumulación de cientos de golpes que poco a poco fueron debilitando el interior de la roca. Sí fue, en el sentido de que si el día anterior, el joven hubiese decidido renunciar a su empeño, ante la aparente falta de progreso, nunca hubiese logrado su cometido, ni hubiese descubierto lo cerca que había estado de lograr su propósito.

Si estás cansado de intentar, porque hasta el momento no obtuviste lo que anhelabas, no desistas, continúa adelante a pesar de los obstáculos, porque Dios está contigo. Cuando sientas que tus fuerzas no son suficientes, búscalo a en oración, medita en su Palabra, porque solo Él te pueda dar la victoria. No hay manera de alcanzar los sueños ni de conquistar las metas, siendo débil; es imprescindible ser fuerte, porque todo lo que vale tiene un precio.

Hubiera yo desmayado, si no creyera que he de ver la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. ¡Espera en Jehová! ¡Esfuérzate y aliéntese tu corazón! ¡Sí, espera en Jehová! Salmo 27:13-14

No te des por vencido, porque no sabes cuán cerca puedes estar de tu objetivo.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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