“Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.”
Lucas 24:15 (RV60)
¿Cuál es tu rumbo? La vida es en sí alcanzar un propósito determinado. Parece que las dos personas que se dirigían a Emaús perdieron su rumbo cuando Jesús murió. Tenían esperanza en que el hijo de David iba a redimir a Israel, pero con su muerte creyeron que todo había llegado a su final, aunque sabían que ya estaban en el tercer día del cual el Maestro les habló.
Jesús se acercó a estas personas y les preguntó sobre que hablaban. Uno de ellos, Cleofas, estaba asombrado porque ese forastero no conocía todo lo que había sucedido en Jerusalén, por lo que al no reconocer al Maestro, le hablaron de Jesús, poderoso en palabra y obra, de cómo fue entregado a las autoridades y crucificado, cómo las mujeres vieron la tumba vacía y que no hallaron el cuerpo.
Mientras caminaban, Jesús les tuvo que recordar todo lo que los profetas de la antigüedad predijeron. Cuando llegaron a la aldea a la que ellos iban, Jesús hizo como si tuviera que ir a otro lugar, pero ellos lo invitaron a su vivienda como muestra de hospitalidad porque ya anochecía.
“Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.” (v.30-31)
Cuando el forastero desapareció se dieron cuenta de que todo el tiempo se trató de Jesús ¡Él estaba vivo! Salieron del lugar y retornaron a Jerusalén para reunirse con los once discípulos.
Que los problemas de la vida no nublen tu fe en Dios y en su Palabra que es fiel y se cumple, ten la mirada puesta en Jesús, Él siempre te acompaña en tu caminar diario, aunque no lo puedas ver.
Por Carlos E. Encinas
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.