Se suele creer que como cristianos no deberíamos atravesar circunstancias adversas, pruebas e incluso enfermedades. Es cierto que Cristo cargó con nuestras dolencias, enfermedades y pecados al morir en la cruz; no obstante, no debemos olvidar que recorrer el camino de la fe, implica esfuerzo y crecimiento constante, y que muchas veces tendremos que pasar por situaciones difíciles, mismas que el Señor utilizará a nuestro favor.

Para poder crecer o madurar, necesitamos cambiar, y es este punto que debemos analizar, ¿Qué áreas de mi vida necesito mejorar? ¿Con qué aspectos de mi carácter y temperamento no estoy agradando a Dios?

Si realmente estamos comprometidos con nuestra relación con Dios, tendremos que aprender a ver las dificultades como un medio que nos ayudará a identificar aspectos negativos en nuestra persona, ya que estos forman parte de quién solíamos ser antes de tener a Cristo en nuestros corazones, y  ellos sólo obstaculizan nuestra comunión con Él. Lo siguiente será permitir al Espíritu de Dios que transforme dichos aspectos en algo positivo.

“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Romanos 5:3-5 (RVR1960).

No cometamos el error de creer que estamos bien “así como somos”, siempre habrá algo que mejorar, algo que aprender. Prueba de ello es Job, quien aún a pesar de ser considerado un varón justo sufrió grandes pérdidas; no obstante, después de todo lo que tuvo que pasar reconoció que no conocía a Dios como él creía.

“Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. 3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. 4 Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. 5 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.” Job 42:2-5 (RVR1960).

Sigamos su ejemplo y veamos las circunstancias adversas como un medio para mejorar.

No olvidemos que el Señor no nos abandona en ningún momento, Él nos perfecciona, afirma, fortalece y establece.

“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” 1 Pedro 5:10 (RVR1960).

Por Cesia Serna

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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