En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. ¡Es un fantasma! gritaron de miedo. Pero Jesús les dijo en seguida: ¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.
-Señor, si eres tú, respondió Pedro, mándame que vaya a ti sobre el agua… Ven dijo Jesús.
Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: ¡Señor, sálvame!
En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios. (Lucas 14:25-33 NVI)
En medio de la tempestad, cuando Pedro le pidió ayuda, fue en ese mismo instante que Jesús le extendió su mano. No esperó a que se hundiese, en el tiempo exacto, en medio de su desesperación, Él mostró de su amor y lo ayudó.
Y es lo mismo que quiere hacer en nuestras vidas, cuando estamos pasando por el dolor, el desengaño, el desánimo, las crisis familiares, personales, es ahí donde el Señor quiere manifestarse en nuestras vidas; cuando nuestras lágrimas bordean nuestro rostro por el sufrimiento, es en ese momento donde Dios nos da de su abrazo y nos dice “No estás solo(a), Yo estoy contigo”. En nuestra debilidad, es donde nos da de su fortaleza y se revela con su poder sobre nuestra vida. Nuestro Padre no va esperar que la prueba termine, Él no guardará silencio hasta que todo haya pasado, por el contrario, en medio de la angustia, estará ahí.
Isaías 58:11 nos dice “El Señor te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus huesos. Serás como jardín bien regado, como manantial cuyas aguas no se agotan.” En tiempos de dificultad, en tierras secas, cuando la situación que estamos pasando se complica, y muchas veces por la gravedad del problema sentimos que ya no podemos más, el Señor nos guía, nos sacia y nos defiende.
Quiero animarte a que hoy puedas creer que Dios está junto a ti en este mismo instante, no olvides que el Señor va contigo y te sostiene de tu mano. Salmos 121:3 dice “No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida.” Recuerda que él está atento a lo que estás viviendo, Él no ignora tu dolor, jamás duerme; te guarda en medio de la angustia.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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