Cuentan que un emperador romano, volviendo de la guerra en la cual había vencido, cruzaba las calles de Roma rodeado de sus guardias, en tanto que la multitud lo aclamaba.

Un niño, separándose del pueblo, corrió hacia el carro del emperador con los brazos en alto cuando los guardias le gritaron: ¡Atrás, atrás muchacho… es tu emperador!

El niño se paró y replicó: ¡Es vuestro emperador, pero es mi padre!

Para muchos, Dios puede parecer un ser lejano, frío, a quien no pueden acercarse confiadamente. Sin embargo, Él está esperándonos ansiosamente.

Pese a que la humanidad se ha entercado  en hacer las cosas a su manera, acudiendo a otros dioses, viviendo sin guardar los mandamientos y principios que Dios nos da, Él siempre ha buscado la forma de acercarse a sus hijos y está esperando con los brazos abiertos.  Su perdón y misericordia nunca han menguado.

“Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos” Hebreos 4:16  (NTV)

Así como el niño de la historia pasó por medio de la multitud y sin importar si habían guardias ni cuánta gente aclamaba al emperador, corre hacia  Dios, acércate con la confianza de que eres su hijo y que sin importar los errores que hayas tenido Él te espera, quiere perdonarte y  ayudarte. Su amor por ti es incondicional.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario