Creo que son pocas las personas que no conocen la historia de Job, casi todos al menos han escuchado sobre él y cómo paso de ser un hombre rico y con familia, a perderlo todo al mismo tiempo.
Siempre he pensado que al enfrentar circunstancias difíciles y/o dolorosas podemos ver de qué estamos hechos, ya que en esos momentos sale a relucir nuestro verdadero yo, lo que se refleja en cómo reaccionamos.
Si perdieras todo aquello por lo que has trabajado, a tus seres queridos y de pronto te vieras solo(a), ¿cuál sería tu actitud?
Pero no seamos tan drásticos, cada día representa una lucha diferente ¿verdad?
¿Cómo las enfrentas? ¿Buscas culpables? ¿Te enojas con Dios? O al contrario, ¿eres agradecido?
Si volvemos a la historia de Job, vemos que al recibir la noticia de sus siervos, “…Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.” Job 1: 20-22 (RVR1960).
¿Cuántos de nosotros podríamos tener la misma actitud de Job?
Ser agradecidos teniendo conciencia de que es el Señor quien nos provee de todas las cosas que tenemos o necesitamos, como dice Job, vinimos a este mundo sin nada y de la misma forma lo dejaremos. Imitemos el actuar de este hombre, que aún a pesar de perderlo todo sin haber hecho nada malo para merecer semejante dolor, dió gracias a Dios con humildad.
Aprendamos a agradecer en las buenas y también en las malas, porque estás experiencias dejan una enseñanza que servirá a nuestras vidas.
Por Cesia Serna
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.