Después que Adán y Eva pecaron, al comer el fruto prohibido, tuvieron miedo y al ver que Dios los buscaba se escondieron. El Señor sabía con exactitud todo lo que había ocurrido, pero quería que lo confesaran; sin embargo, cada uno echó la culpa al otro sin reconocer su desobediencia. Como resultado fueron echados del Edén pero antes Dios hizo túnicas de pieles y los vistió.
Podríamos esconder de las personas los pecados que cometemos, fingir que somos íntegros pero es vano nuestro esfuerzo porque ante Dios nada está encubierto. “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.” Hebreos 4:13 (RVR1960)
El pecado trae consigo emociones negativas que nublan el perdón que Dios nos brinda, pues así como a Adán y Eva los vistió, sacrificando un animal sin culpa para proveer cobertura para ellos, tenemos redención en Jesús a pesar de haber fallado.
La gracia inmerecida que Dios nos da no tiene comparación con nada en esta vida, y debe ser lo que nos motive siempre a volver a Él, a ser sinceros y humildes para buscarlo y confesar todo lo malo, porque tenemos la seguridad de que nos recibirá con amor y limpiará nuestra vida.
Parte de un himno muy conocido dice: “Sublime gracia del Señor que a un infeliz salvó, fui ciego mas hoy veo yo, perdido y Él me halló. Su gracia me enseñó a temer, mis dudas ahuyentó, Oh cuán precioso fue mi ser cuando él me transformó. Ya libre soy, Dios me salvó y mis cadenas ya el rompió y como un río fluye el perdón. Sublime gracia inmenso amor…”
¡Su perdón es la muestra de su inmenso amor por ti!
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Isaías 1:18 (RVR1960)
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.