En términos sencillos, jurisdicción es una palabra usada para designar potestad territorial sobre alguna persona o ente (grupo de personas) ya sea en un país, estado, provincia, municipio, región, continente, etc.

Quien más emplea éste término en sus labores es la fuerza policial. Tomemos a Canadá para profundizar un poco más en el concepto de ese término.

La policía en ese país del norte de América, se descompone en tres niveles: la policía municipal, la cual se ocupa de crímenes menores dentro de un sector comunal, la policía provincial, se encarga de infracciones a la ley dentro de una región y la policía federal, que es la más grande porque se ocupa de todo los crímenes que afectan al estado.

Cada uno de estos niveles policiales tiene un área dentro del país para ejercer justicia, pero no pueden salirse de ese territorio o tomar acciones fuera de las que tiene permitidas, ya que al hacerlo están saliendo del área en la cual tienen autoridad, en otras palabras, están quebrando la ley de la jurisdicción.

En el campo espiritual pasa algo similar. Una persona por sí sola no tiene autoridad sobre áreas espirituales y sin tener potestad, es imposible ejercer dominio.

En nuestras propias fuerzas, no podremos rescatar a hijos de las drogas, lograr que esposos se entreguen a Dios, salvar matrimonios, restaurar vidas dañadas, superar pérdidas, vencer el vicio que esclaviza, etc. Nosotros no podríamos rescatar a nadie del pecado que esclaviza. Juan 8:34.

Pero Jesús sí tiene autoridad, Él no está sujeto a un límite de jurisdicción que le impida ejercer dominio en áreas espirituales o naturales. Su poder es absoluto.

Mateo 28:18 dice: “… Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” Versión Reina-Valera 1960

No podemos dejar a Dios fuera de la lucha que sostenemos por nuestras familias, por nuestros hijos, por nuestros matrimonios e incluso por nuestras vidas. Él quiere salvar, rescatar, liberar, sanar y restaurar, todo lo que el pecado haya devastado. Por esa razón necesitamos incluirlo para que Su poder nos permita ejercer potestad y dominio.

En medio de la lucha que estemos sosteniendo, tenemos que admitir nuestros límites y que nuestra autoridad no intimida a nuestro adversario en lo más mínimo. Pero también debemos reconocer que Jesús no tiene una jurisdicción que limite su poder, Él puede llegar donde nosotros no podríamos y puede rescatar cualquier vida de situaciones que para nosotros sería imposible.

Filipenses 2:9-11 “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Versión Reina-Valera 1960

Recuerda incluir a Jesús en tu lucha y confiar en su autoridad absoluta.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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