“El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada”. Proverbios 13:4

Nada bueno puede salir de la pereza, ya sea en el plano físico o en el espiritual. Por algo la Biblia nos habla de tomar el ejemplo de las hormigas que trabajan todo el verano para tener suficiente alimento durante los duros meses del invierno.

El perezoso no suele hacer previsión es seguidor de la ley del menor esfuerzo, hace lo estrictamente necesario y lo más rápido posible para sacárselo de encima. No siente compromiso con lo que hace y como suele retrasarse con facilidad todo le resulta pesado y a veces termina haciendo las cosas de mala gana. La advertencia de la Palabra es que las consecuencias de la pereza son la escasez y la pobreza. En el mismo sentido, Benjamín Franklin afirmaba: “La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla.” Romanos 12:11 nos dice: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”.

La pereza espiritual no tiene consecuencias menores que la física, la falta de oración, lectura de la Palabra o el no asistir a una iglesia, indefectiblemente llevarán a un enfriamiento espiritual extremadamente peligroso. En estos casos la fe comienza a debilitarse y aunque aparentemente no pasa nada, el fuego se va perdiendo gradualmente.  A veces la persona continúa asistiendo a la iglesia, pero lo hace más por rutina o legalismo que por amor a Dios. Puede estar físicamente presente, haciendo lo mismo que en otros tiempos, sin embargo su corazón ya no está en las cosas de Dios.

La pereza también puede llevarnos a quedar a mitad de camino y no alcanzar a conquistar todo lo que Dios tiene previsto para nuestra vida. Él tiene planes de bien para nosotros, pero por más buenas intenciones, deseos y preparación que tengamos si somos perezosos para ir a conquistar, todo quedará en un sueño o en buenas intenciones.

Por todo esto, te animo a que si identificas síntomas de pereza tanto física como espiritual en tu vida, lleva esto delante de Dios, renuncia a ella y permite que El obre una transformación gloriosa en tu vida. Como hijos de Dios estamos llamados a ser diligentes y no perezosos.

Por Daniel Zangaro

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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