El Diccionario de la Lengua Española define a un milagro como un suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios.

Su raíz se encuentra en el latín miraculum que significa “mirar”. Los latinos llamaban miraculum a aquellas cosas prodigiosas que escapaban a su entendimiento, como los eclipses, las estaciones del año y las tempestades. Así entonces, miraculum proviene de mirari, que en latín significa “contemplar con admiración, con asombro o con estupefacción”.

En la biblia encontramos muchos pasajes que nos relatan los milagros que Jesús hizo cuando estuvo acá, en la tierra. Todos nos quedamos asombrados y algunos de nosotros decimos que nos hubiera gustado estar en aquellos tiempos para presenciar al menos uno de ellos. Pero si analizamos con detenimiento todo lo que Dios hace diariamente en nuestras vidas, nos daremos cuenta que Él sigue haciéndolos, somos nosotros los que dejamos de maravillarnos, de asombrarnos y agradecerle por cada uno de ellos, porque los vemos como algo natural y normal cuando en realidad se trata del resultado de la intervención de nuestro Creador y no de la simple consecuencia de nuestro actos.

2 Reyes 4:42-44 menciona que cuando Eliseo volvió a Gilgal, no había qué comer en la región, y todos pasaban hambre.

Un día, llegó un hombre de Baal-salisá, que le entregó veinte panes de cebada, hechos con harina de la primera cosecha, y además le dio trigo fresco en una bolsa. Eliseo le dijo a su sirviente:

—Dale a los profetas para que coman.

Pero su sirviente dijo:

—¿Cómo hago para repartir esto entre cien personas?

Eliseo le repitió:

—Dáselos para que coman, porque Dios ha dicho: “Ellos van a comer, y aun sobrará”.

Así que el sirviente les dio de comer, y tal como Dios había dicho, sobró comida.

Al terminar de leer estos versículos di gracias a Dios porque como dice su Palabra en Hebreos 13:8 “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”, El no ha cambiado.

Yo también pude experimentar dos milagros como éste en mi iglesia, estas últimas semanas. El primero fue una cena de evangelismo, en la cual invitamos a amigos y familiares para recordarles que Jesús los ama y que dio su vida para darles salvación. Aunque habíamos planificado todo y previsto los alimentos y los recuerdos necesarios para algunos invitados adicionales, le pedimos a Dios que no faltara nada y que más bien sobrara para compartir con otras personas más y así fue, esa noche pudimos ver la fidelidad de Dios en este evento.

El segundo fue al celebrar el cumpleaños de nuestro pastor. Como era fin de mes, no contábamos con mucho dinero pero una vez más le encomendamos todo a Dios y le pedimos que el refrigerio y la torta alcanzaran para todos los que ese día estuvieran presentes, que ninguno se quedara sin comer. No entendemos cómo sucedió, pero Dios una vez más nos mostró su amor y nos sorprendió porque todos comieron y hasta sobró.

No sé cuál es la situación por la que estás atravesando estos momentos, pero si sé que tenemos un Padre Bueno, Misericordioso y Poderoso, que si tú le crees, El es capaz de cambiar tus circunstancias y suplir todas tus necesidades. El es Jehová Jireh, nuestro Proveedor; si permaneces a su lado nada te faltará a ti ni a los tuyos.

No seas de aquellos que solo ven milagros, experiméntalos en tu propia vida. Sigue creyendo y confiando en Dios porque jamás te desamparará. ¡No hay límites para su poder!

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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