“¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?” Es una frase   que casi todos escuchamos en escenas de películas donde el acusado pone su mano sobre una Biblia para evidenciar que declara la verdad ante cualquier pregunta que se le haga. Pero… ¿Realmente es suficiente hacer esto para obtener la sinceridad de las personas? Después de ver esta escena, ¿podemos confiar en quienes han jurado decir la verdad?

Una de las consideraciones más importantes para todo hijo de Dios es la veracidad de sus palabras, lo cual refleja su relación con Él. 

Proverbios 22:1(NVI)  menciona: “Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y más que oro y plata, la buena reputación.” Cuando no somos veraces, perdemos el valor, lo que es parte de nuestro testimonio hacia los incrédulos.

¿Cuántas veces te has encontrado en situaciones donde necesitabas salir de un apuro y por no quedar mal, o por salvar tu honor decidiste mentir? Aparentemente es la salida más rápida a cualquier situación incómoda a la que te puedas enfrentar, mas debes saber que al hacerlo, ingresas a un callejón sin salida.

Una persona veraz no tiene nada que esconder; sin embargo, la persona que hace de la mentira como parte de su vida, pagará una terrible consecuencia, porque lamentablemente una mentira lleva a otra para cubrir la anterior, y finalmente, el mentiroso es atrapado en su propia red de engaños. 

Si en estos días la mentira se ha vuelto tu debilidad, es momento de reflexionar en ello, porque el padre de mentiras no es Dios, sino satanás, y al practicarlas nos convertimos en sus cómplices.  En Juan 8:44 (NVI) Jesús nos dice sobre el diablo:

“(…) Desde el principio este ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!”

Pero los que somos de Cristo, debemos marcar la diferencia, siendo conocidos como personas que hablan la verdad y no esperan que un detector de mentiras juzgue su autenticidad.

Efesios 4:15 (TLA) Menciona: “Al contrario, el amor debe hacernos decir siempre la verdad, para que en todo lo que hagamos nos parezcamos cada vez más a Cristo, que es quien gobierna la iglesia.”

¡Así que, piensa en lo que dirás cuando te halles entre la espada y la pared!

Por Ruth Mamani

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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