El nacimiento de un bebé es una gran alegría para la familia, un nuevo ser llega para expandir el hogar.

Recuerdo a una allegada mía que estaba esperando un bebé, justo en el último mes de su embarazo tuvo malos entendidos con su hermana y a causa de eso ellas estaban enojadas y no se dirigían la palabra. Pero hubo un notable cambio con el nacimiento de su bebé, se perdonaron, dejaron atrás todo mal entendido y dieron paso a la reconciliación para recibir a la pequeña en un ambiente de armonía; pues tan solo ver la sonrisa de la pequeña traía alegría a toda su familia.

Todo nacimiento trae regocijo, amor y unidad al hogar, pero hubo uno muy especial que no sólo aportó alegría a una sola familia sino a todo el mundo, el nacimiento de Emanuel (Dios con nosotros).

El profeta Isaías 9:6 anunciaba al Mesías de esta manera: “Pues nos ha nacido un niño, un hijo se nos ha dado; el gobierno descansará sobre sus hombros, y será llamado: Consejero Maravilloso, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Su gobierno y la paz nunca tendrán fin.” (NVT)

Versículos anteriores lo introduce como la gran luz, el que rompería el yugo de esclavitud, la alegría de Israel, y así es el Mesías cuando es invitado al corazón de alguien, lo transforma de gran manera.

Permite que Jesús sea el centro de tu hogar y de tu vida, para que traiga consigo la luz en medio de la obscuridad que estás pasando o la libertad de la esclavitud que necesitas y, sobre todo, que sea tu Salvador de la muerte eterna.

¡Jesús nació para darte vida eterna!

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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