Recuerdo una escena, de cuando era pequeña, que marcó mi vida. Un niño iba a toda velocidad en una bicicleta y justamente por delante se le atravesó una movilidad. Lamentablemente no pudo frenar y aunque desvió la dirección, se observó claramente cómo voló por el impacto. Lo increíble fue  la caída pausada, es decir, como observar lo sucedido en cámara lenta, e incluso algunos niños decían que fue un ángel que lo tomó, pero lo grandioso es que no se sufrió daño alguno, no tenía siquiera una raspadura.

Lo que sucede en nuestras vidas no es casual, e incluso a veces no nos enteramos de las veces que el Señor nos ha salvado de situaciones que nos hubieran costado la vida.

En la Biblia encontramos otra historia de salvación:

“El oficial del rey le dijo: Señor, baja antes de que mi hijo muera. Jesús le dijo: Vete, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se fue. Y mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía. 

Entonces les preguntó a qué hora había empezado a mejorar. Y le respondieron: Ayer a la hora séptima se le quitó la fiebre. El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive. Y creyó él y toda su casa.” Juan 4:49-53

El hijo del oficial del Rey se encontraba en un estado crítico, a tal grado que estaba a punto de morir, pero en un instante recuperó la salud. En ese momento Jesús no estaba en su casa para orar o poner sus manos sobre él para que el milagro ocurriera, pero recibió sanidad del Señor gracias a la fe de su padre.

A veces ignoramos que muchas bendiciones que recibimos son de parte del Señor, pero la realidad es que no necesitamos verlo para saber que Él está obrando en nuestras vidas. Este tiempo quiero animarte a darle gracias por todo, y si tienes algún familiar que necesita apoyo, no olvides que tu fe puede salvarlo.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario