Nehemías era copero del rey Artajerje y se encontraba lejos de su pueblo. Cuando se enteró que su pueblo había sido destruido, se puso a llorar, ayunar y orar a Dios.
¿Cómo reaccionas tú cuando ves que tu familia está en ruinas? ¿Buscas a Dios como Nehemías lo hizo o intentas arreglar según tus fuerzas?
Nehemías era un hombre de oración que nunca dudó de Dios, él sabía que con sus fuerzas no iba a lograr nada y que la verdadera victoria estaba en pedir ayuda a Dios. Era consciente de que restaurar Jerusalén no dependía de un ejército o de fuerza propia, sino del Espíritu del Señor.
“Oh Señor, Dios del cielo, Dios grande y temible que cumples tu pacto de amor inagotable con los que te aman y obedecen tus mandatos, ¡escucha mi oración! Mírame y verás que oro día y noche por tu pueblo Israel. Confieso que hemos pecado contra ti. ¡Es cierto, incluso mi propia familia y yo hemos pecado! Hemos pecado terriblemente al no haber obedecido los mandatos, los decretos y las ordenanzas que nos diste por medio de tu siervo Moisés. Te suplico que recuerdes lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si me son infieles los dispersaré entre las naciones; pero si vuelven a mí y obedecen mis mandatos y viven conforme a ellos, entonces aunque se encuentren desterrados en los extremos más lejanos de la tierra, yo los volveré a traer al lugar que elegí para que mi nombre sea honrado”. ¡Oh Señor, te suplico que oigas mi oración! Nehemías 1:5-11 (NTV)
Con estas palabras, Nehemías, empezó a luchar por su pueblo y aunque no fue fácil restaurar su nación, nunca se rindió. Su fe en Dios era más grande que su adversidad y no dejó que el problema le afectará o desanimará; y en todo momento se mantuvo firme, confiando en el Dios grande y poderoso que tenía.
Nehemías nos enseña que hay restauración si buscamos a Dios y confiamos en Él. Que todo es posible si Dios está con nosotros. Tú también puedes lograr la restauración de tu matrimonio o familia. Porque todo es posible, si tienes fe. “Los que confían en mí nunca serán avergonzados dice el Señor” (Isaías 49:23)
Nunca es tarde para luchar por la familia, solamente necesitas buscar a Dios y dejar que Él te guíe. «¡No le tengan miedo al enemigo! ¡Recuerden al Señor, quien es grande y glorioso, y luchen por sus hermanos, sus hijos, sus hijas, sus esposas y sus casas!». Nehemías 4:14 (NTV)
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